Habrá quien inevitablemente siga echando de menos a los Super Furry Animals, banda pintoresca, disparatada e inteligente donde las haya, pero la nostalgia es un sentimiento cada vez menos justificado a tenor de la producción de Gruff Rhys en su propio nombre. Seeking new Gods no solo es un disco excelente, sino que su carácter adorable salta al oído desde la primerísima toma de temperatura. Y eso, por supuesto, sin dejar de conceder a cada oyente un margen para el análisis o el nivel de profundidad. Porque el trasfondo vuelve a ser místico y de búsqueda espiritual; en concreto, la biografía musical del monte Paektu, un volcán activo entre China y Corea del Norte, que acaba sirviendo como metáfora sobre lo variable y lo inmutable en el comportamiento humano. Pero también podemos relajar la escucha y entregarnos en brazos de la filigrana melódica del galés, tan apabullante como los mejores compositores de pop para onda media en los años setenta. Y basta pinchar en la adorable Can’t carry on para comprobarlo.

 

Rhys provenía de un divertimento electrónico y en lengua galesa, Pang! (2019), un juego deliberadamente minoritario a pesar de incluir una de las composiciones más endiablademente pegadizas de todo su catálogo, Bae bae bae. Ahora, llegados a su séptima entrega, nos situamos más bien en la senda de American interior (2014), con abundancia de teclados viejunos (los de Loan your loneliness son una deliciosa locura que habrían firmado Camel hace 45 años o Midlake mucho tiempo después), bases rítmicas para balancear con dulzura la cabeza (Holiest of the holy men, aunque hay sorpresa en el tempo cuando menos nos lo esperemos) y hasta algún guiño a la psicodelia y el trance, con la espesura eléctrica de Hiking in lightning. Y eso hasta llegar a The keep, enérgica como un single de Jellyfish que se hubiera quedado perdido en algún cajón.

 

La voz suave, tenue, amorosa, más propicia para flotar en el espacio que para asentar con firmeza los pies en el suelo. La mística se acentúa en el capítulo final, el muy etéreo Distant snowy peaks, una bonita postal ensoñadora del volcán. Pero justo antes nos habíamos aplicado mínimamente al epicureísmo con Everlasting joy, otro ejemplo de que Gruff Rhys puede ser un tipo de pensamientos muy elevados, pero con muchas ganas de crujirnos a abrazos en cuanto haya ocasión.

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