Había resultado un tanto desconcertante que el regreso de la esencial y extraordinaria Mary Chapin Carpenter, después de casi cinco años de silencio, hubiera sido en forma de un álbum colaborativo junto a otras dos mujeres apasionantes, Julie Fowlis y Karine Polwart. Ahora, apenas medio año después de aquel precioso Looking for the thread (en el que al menos Rebeca se nos quedará prendida para siempre de la memoria, con toda probabilidad), todo se comprende mucho mejor: la trovadora de Princeton (Nueva Jersey) atesoraba un nuevo álbum en primera persona, con la singularidad de que este Personal history se alza de inmediato en nuestro imaginario como uno de los discos más rotunda y soberanamente hermosos de su ya muy extensa trayectoria.
La autora de Passionate kisses cumplió en febrero una edad ya importante, 67 años, y transita por su álbum número 17, así que seguramente a estas alturas no sienta el menor interés por las redundancias ni las menudencias. Por eso esta nueva colección de canciones es, ya desde su propio título, de una sinceridad radical. Porque, dentro de su cada vez más consolidado folk introspectivo, esta Historia personal agudiza el tono confesional, la voz grave y granulada, una expresividad profunda y hondísima, conmovedora, que no puede aprenderse en ninguna academia y que Carpenter ha ido consolidando con los años hasta volverse a estas alturas escalofriante.
Toda esa trascendencia, tan linda y tan emotiva, se sustancia en crónicas de una sabiduría generacional, pequeñas historias de hallazgos cotidianos que abordan las cuestiones mundanas con una lucidez propia de quienes llevan unos cuantos años vividos y los han aprovechado para observar el mundo con los ojos bien abiertos. Sucede ya con el tema de apertura, What did you miss, que explora los eternos interrogantes sobre las bifurcaciones que nos ofrece la vida, el enigma de qué habría sucedido en caso de que hubiésemos transitado por un camino diferente al que en último extremo escogimos o al que nos vimos abocados. Y eclosiona con esa Girl and her dog de hermosura pletórica: el sosiego, la plenitud, la compañía de una mascota; la felicidad pequeña pero pletórica y pura.
Son dos momentos inolvidables, pero no los únicos que afianzan este Personal history entre los grandes elepés de la temporada. Porque ahí tenemos que sumar sin duda Bitter ender, que con esa armónica dylanita se convierte en el single más adictivo de MCC en unas cuantas décadas. El estribillo de Paint + turpentine (“And it goes on and on and on and on…”) se vuelve inolvidable desde la primera escucha. Y sería imperdonable no mencionar el aire deliciosamente antiguo de The night we never met, con un espíritu tan retro que no habría desentonado en el cancionero de Hoagy Carmichael.
Son solo algunas anotaciones urgentes, pero nos encontramos ante una colección que solo anima a la emoción y el entusiasmo. ¿Una obra maestra tardía? Sin duda, y no le restemos una parte del mérito a la producción de Josh Kaufman (Bonny Light Horseman), un caballero que parece inmerso estos últimos años en un prolongado estado de gracia (recordemos su trabajo para I’m With Her) y que aparta sutilmente a Carpenter de su zona de confort para convertirla en una artista un poco menos campestre y un poco más cronista de su tiempo y de su modo de vida. De ahí que su “historia personal”, a tantos miles de kilómetros de distancia, acabe interesándonos tanto.