Si la dispersión estilística forma parte integral del signo (musical) de los tiempos, habremos de convenir entonces en que este Squeeze debe loarse como un hijo dignísimo de estos años veinte. Puede que la recurrente apelación al eclecticismo se quede corta cuando descubrimos un álbum que abre con Skin a rat, fiera y descarnada como una noche con Marilyn Manson, y continúa sin interludios por The greatest, donde nuestra protagonista se dulcifica hasta recordar, y mucho, a Aimee Mann.
No será la única vez, qué va, en que la maravillosa dama de Richmond o su banda de los ochenta, ‘Til Tuesday, nos vengan a la cabeza: ahí está el caso de la deliciosa Tried to work, que, por avalar todo este gozoso totum revolutum del que hablábamos, viene emparedada entre la furibunda Need it to work, con un aire de repetición obsesiva muy propia de King Crimson, y la adictivísima Make it right, que parece manifiestamente producida por Lindsey Buckingham, aunque no haya rastro de su nombre en los créditos. Y todo, justo antes de desembocar en la enloquecida Sorry entertainer, dudosa versión del malogrado Daniel Johnston que parece propulsada desde el cuartel general de los Deep Purple.
Es fácil pensar que Sasami Ashworth, nuestra californiana de 31 años, ha llegado demasiado lejos con este desconcertante batiburrillo sonoro: no se acaban de entender los puentes entre el nu metal y la canción de autor, y no digamos ya los refinados arreglos de cuerda que asoman, casi al final, con motivo de la breve y esplendorosa Feminine water turmoil. Pero acaba el álbum con la serena y solemne Not a love song y, pese al desasosiego generalizado, queda un regusto en el paladar particularmente agradable. SASAMI nos pone a prueba hasta hacérnoslo pasar un poco mal, pero los mejores momentos de esta entrega de vocación controvertida son deliciosos.