No, Soleado no es el grupo paralelo de Juanma Latorre, ilustre guitarrista, compositor y cofundador de los más que célebres Vetusta Morla, firmante de Maldita dulzura, Golpe maestro, Figurantes y tantas joyas irrefutables de un repertorio coreado por decenas de miles de seguidores en explanadas y pabellones, que ha encontrado una voz femenina para dar vía libre a un puñado de canciones que no acababan de encontrar acomodo en el catálogo de su banda matriz. Soleado es el dúo a todas luces paritario que han concebido entre Latorre y Ester Rodríguez, cantautora granadina de voz nítida y bella que formó parte esencial de Amigos Imaginarios, ha sido integrante de un par de grupos deliciosos con muchos más merecimientos que relevancia entre el gran público (Pájaro Sunrise, Coffee & Wine) y hace un par de temporadas había debutado con un elepé en solitario, Café de Chinitas, en el que ya reflejaba la finura, elegancia y exquisitez de su universo interpretativo.

 

Y así, de este mano a mano entre dos cómplices y viejos conocidos, de esta confluencia de sensibilidades y pareceres en la que no hay patrón ni marinero, surge uno de los estrenos discográficos más rabiosamente hermosos que ha conocido la música española durante este 2024, por más que su tardía publicación en el calendario anual y las muchas páginas escritas en torno al inesperado sexto álbum de los vetustos (Figurantes, mayo de 2024) y sus dos años de barbecho autoimpuesto puedan difuminar el impacto de estas 11 canciones lindísimas y primorosas. Canciones, por cierto, en las que el criterio del tal para cual se aplica también en lo relativo a la autoría: cinco cuentan con la rúbrica de Ester, cinco provienen de la pluma de Juanma y el desempate no es tal, sino una inesperada lectura nada menos que de Ay, pena, penita, pena, inmortal copla ya septuagenaria de Quintero, León y Quiroga que siempre asociaremos con Lola Flores y que ha conocido centenares de versiones a las que se une ahora la más heterodoxa e impredecible de todas.

 

Igual que los fans más aguerridos de Vetusta juegan a determinar qué canciones son obra de Latorre y cuáles de su otro compositor primordial, Guille Galván, antes de cotejarlo en los créditos (y no siempre aciertan), el divertimento puede aplicarse aquí al precioso duelo amistoso de autorías que dirimen en Soleado su cantante y su guitarrista, y ya anticipamos que hasta los oídos más sagaces sufrirán serios apuros para atinar en todas las ocasiones. Porque Ester y Juanma han sabido integrar y desarrollar con naturalidad pasmosa un ideario común que parte de su amor por la canción popular y folclórica de la península, pero desde la perspectiva autoral de quienes prefieren tomar las riendas de la escritura en primera persona. Y así se fragua la doble dicotomía que hace de Soleado un artefacto absolutamente delicioso: suenan contemporáneos y hasta rupturistas a partir de estructuras y patrones clásicos, y renuevan de puño y letra un cancionero con unas composiciones que parecerían llevar escritas varias décadas, a la espera solo de que alguien abriese el cajón y las dejara volar.

 

Soleado deja la sospecha evidente, eso sí, de que el alicantino Juanma Latorre debió de ser el instigador principal de Cable a tierra (2021), ese quinto álbum valentísimo de Vetusta Morla con el que la banda más extraordinaria del rock español del siglo XXI abrazaba sin ambages el folclore ibérico y acercaba al gran público a El Naán, Aliboria, panderos cuadrados, cantareiras y demás nombres y conceptos que nunca soñaron con semejante amplificación. Muchos de los hallazgos de Finisterre se hermanan aquí con los de Los amores perros o Todo rima, dos originales soberbios de Juanma. Aunque Ester contraataca y no le anda a la zaga en los casos de Vestida de domingo o Los pájaros de tu cabeza, en todos los casos piezas poéticas pero nunca retóricas ni recargadas. Límpidas y luminosas, haciendo bueno y determinante el bautismo del proyecto.

 

Lo cierto es que sus dos artífices se conocen y frecuentan desde los ya lejanos tiempos de Un día en el mundo, el primer elepé de VM, y Ester puso voz a Teresa, la banda sonora de Juanma para el película de Paula Ortiz, lo que le augura a Soleado una vigencia nada circunstancial. Los dos seguirán siendo gente muy atareada y polifacética, pero Rodríguez y Latorre han encontrado, abriendo el abanico, un refugio cálido, delicado y sentimental en el que refugiarse del barullo mundano. Y es una suerte que podamos asomarnos a este microcosmos de poesía y plácida felicidad atemporal.

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