Nadie confió en el regreso de Suede tras su interrupción de actividades a comienzos de siglo, propiciada por dos discos muy regulares, Head music (1999) y A new morning (2002), a los que hoy es difícil guardarles cariño. Y muchos recelaron de la idea misma del retorno cuando en 2013 comenzaron a concretarse los ingredientes de Bloodsports, un álbum que acabaría doblegando las suspicacias aunque solo hubiera sido gracias a la admirable It starts and ends with you. Y en esas caemos en la cuenta de que Autofiction no solo supone ahora ya la cuarta entrega de estos Suede redivivos, sino que seguramente se erija en lo mejorcísimo que ha hecho la banda desde aquellos comienzos que los consagraron entre los episodios más felices de los noventa.
Sí, sí, como lo oyen: Autofiction es el Suede y el Dog man star del siglo XXI. Sobre todo, si tenemos en cuenta que el parón pandémico ha redoblado en Brett Anderson el impulso prolífico y las ansias por legarnos páginas enormes de su característico rock épico y envalentonado.
Dicen los cinco caballeros de Suede que este es su “disco de punk” por antonomasia, una definición que no procura tanto la precisión terminológica como el aviso sobre una actitud descarnada y expansiva. Nos encontramos, por ir afinando, ante un festín de tres cuartos de hora en el que cuesta dar con un solo síntoma de debilidad, porque Anderson ha reunido una colección de historias personalísimas que desarrolla sin pestañeos. Y sus chicos, claro, se suman a la causa con la brutal guitarra bravía de Richard Oakes como el principal de los estiletes.
Solo así, desde el amor propio y las convicciones profundas, pueden alumbrarse nuevos himnos como She still leads me on, homenaje explícito y emotivo de Anderson a la muerte de su madre, fallecida allá por 1989. Cualquiera teñiría una temática así de un sonido más sombrío y melancólico, pero Brett opta justo por la solución más audaz, el contraste entre la letra triste y la música desbocada. La autoficción se prolonga de manera explícita con That boy on the stage, sobre las crisis en cuanto a identidad, discurso y presencia pública. Es un estriptis en toda regla, sí. Y es fantástico.
Todo ello va edificando un disco urgente, brillante, inspiradísimo. Fácil de recordar, pero descaradamente merecedor de ser recordado. Frente a los muy atractivos experimentos sonoros de The blue hour (2018), álbum más etéreo, cerebral y misterioso, concebido como un ambicioso artefacto de combustión lenta, Autofiction llega ahora en calidad de eclosión liberadora. Y nos ha tonificado los cuerpos como nunca pudimos imaginar. Pensemos en The Clash, Siouxsie o Psychedelic Furs entre los inspiradores de este sonido crepitante, pero al final nos hemos encontrado con el disco de Suede que más se aproxima a lo que entendemos por el sonido Suede. Escuchemos el tormento épico de What am I without you o el pellizco arrollador de 15 again, alegato sobre esa juventud que no sabe de edades, para acabar de convencernos.
busco el nuevo álbum de suede . saludos