Llegados a su tercer álbum, a Aleix Turon y Joan Delgado no solo se les ve  consolidados y lo bastante seguros como para estrenar sello propio (Montrgí) y adentrarse en los procelosos territorios de la autoedición. Además parecen haberse convertido en complementos perfectos, en haz y envés; amoldados el uno al otro como un ente más indisociable que en sus dos trabajos previos, este Balanceo ejerce hasta en el título su ambivalencia. Y así se simboliza en el propio tema inaugural, Un buen año, que echa a andar casi como una maqueta acústica y a los 40 segundos estalla con esas guitarras encabritadas y baterías severas que se convertirán en seña de identidad a lo largo de buena parte del trabajo. La complementariedad es evidente en los colores de las voces, una más serena y la otra desmadrada, casi chillona. Y en la propia temática, que bebe de elementos cotidianos y alterna zozobras y esperanzas, burlas y confesiones. Incluso cobardías personales (las indecisiones amorosas, un tema propicio para que algunos se sientan retratados), como ese La importancia de jugar al baloncesto que se erige en una de las piezas más estimulantes de la colección. El tándem menciona la precisión y minuciosidad de Prefab Sprout como uno de los referentes más inspiradores durante este trabajo, una cita que tiene mucho de osadía: los discos señeros de Paddy McAloon son inalcanzables no ya para Cala Vento, sino para el común de los mortales. En todo caso, bien está apuntar alto para que el tiro no se quede, ya de entrada, en la medianía. Y estos dos catalanes resultan ser contagiosos, amenos, hábiles en el manejo de un lenguaje directo, coloquial (a veces en exceso), cómplice (“Yo me adapto / Hace falta / gente como tú en cada plaza”), provocador (“Lo que hemos hecho hasta ahora / lo podéis pasar por la trituradora”), ocurrente. Por eso les ha salido un disco rotundo, seguro de lo que se traían entre manos. Y lo bastante vibrante como para saber que en directo también dará resultados muy válidos.