Las coordenadas pueden percibirse con claridad desde el primer momento, en cuanto escuchamos esa apertura adorable que encarna Sleeping on my own. Y ahí aparece todo: arpegiados felices, un bajo que echa a corretear a ritmo de corcheas y una voz que sugiere cobijo y ensoñación. Esa sensación de bienestar se nos manifiesta a partir del sosiego y el amor propio, por difíciles que resulten ahora mismo de conjugar estos factores. Pero así es el universo que propicia Beach Fossils: irreal, de puro plácido.

 

Y no, no es una percepción puntual. La formación neoyorquina acumula ya más de una década asentando su discurso, que con el tiempo se ha vuelto menos borroso y ahora ha aprendido a conjugar la nitidez y el ensimismamiento. Run to the moon, el segundo corte, es aún más acústico y perezoso que su predecesor; entre tierno, radiante y abiertamente canicular. Y con la ejemplar Don’t fade away ya no hay manera de que se nos despegue la sensación de placidez, casi como la arena adherida a la piel tras un paso por la playa. Da igual que se haya acelerado un poco el pulso del metrónomo: Bunny es un espacio propicio para la quietud y las confidencias.

 

Porque lo más interesante, en todo este contexto, es que el cantante, compositor y ahora también productor Dustin Payseur afianza la sinceridad del discurso introduciendo una temática acorde con el periodo vital de quien ya no tiene solo que preocuparse por sacar unas notas razonablemente aceptables en la carrera. Por los surcos de Bunny se filtran la nostalgia, la pérdida y las despedidas; es decir, todas las diferentes formas de amargura que asociamos al transcurso inapelable del tiempo. Pero el bienestar que genera su escucha tiene también algo de aceptación. Mientras encontremos espacios en los que cobijarnos, parece transmitirnos Payseur, iremos cubriendo el camino con coherencia y dignidad.

 

La evanescencia, en fin, le sienta maravillosamente bien al cuarteto, que en la segunda mitad del álbum a veces exhibe algo más de músculo (la adorable Seconds, las pretensiones melódicas y solemnes de Feel so high) para evitar el adormecimiento. No son los más alegres del barrio, eso ya lo sabíamos, pero sí los que antes se merecen un fuerte abrazo.

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