Los quebrantos sentimentales producen un dolor intenso, agudo y prolongado, pero vistos desde fuera y con espíritu egoísta, no paran a su vez de inspirar episodios artísticos fascinantes. Esta colaboración entre el hombre fuerte de Primal Scream y la mujer que se situara al frente de Savages quintaesencia todo lo mejor del tormento, la congoja y hasta la falta de aire que asociamos con el descalabro afectivo. Ni la una ni el otro se desenvuelven aquí en sus parámetros estilísticos más habituales, pero la química entre ambos se antoja adorable. Puestos a desangrarnos, que el reguero de emociones merezca la pena.

 

Bobby Gillespie carga aquí con el grueso del repertorio, pero ha tenido la habilidad de redistribuir los protagonismos para equilibrar timbres, estilos y pálpitos, para evitar que Utopian ashes se convirtiera en un elepé en solitario con una voz femenina como invitada estelar. La intensidad del rock con briznas electrónicas de su banda de Glasgow deja aquí pista libre al soul y el pop de cámara, con los violines sacando lustre al encuentro ya desde los primeros compases de Chase it down, el tema inaugural. Nunca la voz de Gillespie había sonado tan similar a la de su paisano Fran Healy (Travis), por cierto, aunque Utopian ashes encantará también a quienes se engancharon a The Verve a finales del siglo pasado o a los amantes de los Deacon Blue más reflexivos (y que viva Glasgow, por tercera vez en el mismo párrafo). Escuchemos el vals melancólico y derrotado de English town, por ejemplo, y derritámonos con tanta belleza decadente.

 

Es ese regusto a nostalgia, marcado por la línea temática y por las querencias crepusculares de nuestros protagonistas, la que define gran parte de estas 10 piezas deliciosas. Beth, habitualmente renuente a las dulzuras melódicas en los tiempos de Savages, suena vulnerable y eterna cuando toma la voz cantante en la extraordinaria Your heart will always be broken, que podría haber sonado en las radios californianas a principios de los años setenta.

 

No sería disparatado acordarse de Nancy Sinatra y Lee Hazlewood a la hora de pensar en antecedentes a este tándem, aunque la cara B, progresivamente más optimista, nos deja algunas citas melómanas más inesperadas. ¿A alguien más en la sala le viene a la cabeza Venus, de Shocking Blue, cuando escucha a Jehnny en la deliciosa Stones of silence? ¿Quién podría resistirse al pop orquestal de You can trust me now o al chute de psicodelia perezosa de Living a lie, quizá el único tema que habría encajado sin apenas modificaciones en un álbum de Primal Scream? Jehnny y Bobby tienen algo de extraña pareja, pero han acertado con uno de los discos más endiabladamente bonitos de la temporada.

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