Fino Oyonarte puede dar aspecto de hombre atormentado, contrito y bohemio, pero este disco es un colosal testimonio de amor, ternura y agradecimiento a la vida, incluso en el momento más irremediablemente amargo: la pérdida de los progenitores. En su segundo trabajo en nombre propio, el bajista de Los Enemigos vuelve a situarse a unos cuantos años luz de distancia de su banda matriz, pero este Arrecife es un ejercicio de honestidad, vulnerabilidad y desnudez aún más enérgico de lo que ya representaba Sueños y tormentas, casi cinco años atrás. El hombre de traje blanco, pelambrera desordenada y mirada pudorosa que nos observa desde la portada, encogido en un gesto de ligero pudor, abre de par en par las puertas del alma desde el primer verso del disco, “Todo lo bueno está por llegar” (A tu lado). Y refrenda su condición vulnerable desde el comienzo mismo de la cara B: por más que Forma de ser represente en lo musical un homenaje evidente a los Beach Boys, su renglón de referencia reza “Voy pasando por la vida con mi fragilidad”.

Hay algo de sunshine pop en este precioso segundo elepé del almeriense, bien es cierto. Tanto A tu lado como Avanzar podrían ser hallazgos inesperados en alguna cara B del radiante pop español de la segunda mitad de los sesenta. Pero este Fito enamorado, voluble y maduro, agradecido con el mundo pese al dolor que infligen a diario los arañazos del tiempo, enfoca aún mejor su voz frágil y evanescente cuando afronta melodías de corte más melancólico. Los arreglos de cuerda de Phillip A. Peterson (ninguna broma: este hombre ha trabajado para St. Vincent o Lana del Rey) remiten inexorablemente a la figura desvalida de Nick Drake, lo que nos lleva a pensar una vez más en qué pensaría aquel enorme Nicholas Rodney, al que perdimos con solo 26 años y sin un atisbo de reconocimiento en vida, de haber conocido el alcance sideral que sigue obteniendo su breve obra. Y el influjo de otro bardo torturado y de adiós abrupto y tempranero, Elliott Smith, también resulta evidente en capítulos como Espejo o Embarcadero, una de las páginas más hermosas de la colección.

Pero, pese a estos referentes sombríos y al corte acústico y camerístico de buena parte del álbum, Arrecife es un ejercicio fundamentalmente luminoso, un abrazo apretado y empático. “Camina y no mires atrás. Es el momento. ¿De qué sirve esperar? Lo sabes: hay que avanzar”, anuncia esa preciosa y radiante Avanzar, de letra algo párvula pero tan sincera y honesta que solo podemos validarla. Oyonarte ha escrito estas 11 canciones bajo el hondo impacto emocional de la pérdida sucesiva de su padre y su madre, pero ha conseguido imprimir más esperanza que congoja a sus composiciones. Y remata ambas caras con dos de las piezas en español más hermosas y sentidas de los últimos tiempos, Amor y La vida es un sueño. Bien por los hombres sensibles y sentimentales.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *