Ana Fernández-Villaverde siempre ha sido mujer propensa a picotear en muy variadas salsas, pero hasta ahora no se había adentrado en los territorios de la salsa (por favor, desinhibámonos con Esto que tengo contigo), la bachata y demás formulaciones ilustres de la latinidad. Tenía que suceder, antes o después, y este séptimo álbum de la bilbaína se torna en la ocasión propicia para incluir una buena dosis de picante en el listado de especias y aderezos. Bien por ella, puesto que refrenda su condición de artista ecléctica y desprejuiciada. Y nada como un cambio de escudería discográfica –hasta ahora siempre en Elefant, desde ya en las filas de los imparables Sonido Muchacho– para poner en práctica una reformulación estilística que, en todo caso, no tiene nada de salto al vacío.

 

La Bien Querida ha apostado una vez más por ampliar el espectro, aunque este encariñamiento de ritmos sabrosos parece un proceso de evolución aún pendiente. Es más, da la ligera impresión de que la apuesta por esa latinidad más o menos heterodoxa se queda a medio camino, como si en Paprika latiera el impulso de un disco íntegramente americanizante que al final no se llegó a concretar. No hay nada de malo en esta conversión parcial, porque a Ana siempre le gustó practicar el feliz apostolado del picoteo. Y porque las incursiones latinas se alternan con inyecciones de synth pop muy sustanciosas; en particular ese La voz de su amo lejanamente inspirada en Master and servant, el viejo clásico de Depeche Mode, y que adquiere un toque sensual, desafiante y provocador francamente atractivo.

 

Inmersos de una vez por todas en el caleidoscopio bienqueridista, este Paprika aporta una excelente nueva colaboración con Jota (Los Planetas) en Lo es lo mismo, una de esas ocasiones en que recuperamos la fe en el esquivo gurú granadino; acentúa la herencia de Jeanette en esa preciosa claudicación amorosa que es Átame y juguetea con el perreo para Datbay, invitación a la lujuria a través de las aplicaciones de ligoteo. Y no deben de ser ajenos a toda esta mezcolanza ni Sergio Pérez ni David Rodríguez, habilidosa pareja de baile en tareas de producción.

 

Anotemos, por aquello de refrendar los factores suculentos, que Santiago Ariel (Él Mató a un Policía Motorizado) salpimenta la dulce pachanga bachatera de La cruz de Santiago, acaso con C. Tangana en el retrovisor; Tulsa se incorpora al carrusel para la demoledora rumba despechada Mala hierba y Juan, en contraste, sirve como medio tiempo electrónico para lanzarse a brazos de uno de esos amores magnéticos e irrefrenables. La Bien Querida multiplica el efecto de los cánones del pop con un disco que apuesta por las grandes virtudes clásicas: variedad, amenidad, concisión y ni un gramo de farfolla. Si esa era la intención, el objetivo ha quedado sobradamente cumplido.

 

2 Replies to “La Bien Querida: “Paprika” (2022)”

  1. Hola Fernando!! Me encanta tu trabajo en este blog, Tu capacidad de análisis me parece sinceramente encomiable. Además tocas todos los gustos musicales, aprendo y me descubres cosas nuevas cada día. Simplemente agradecerte tu labor como prescriptor !! Ante tanta variedad musical se agradece alguien que con criterio exponga su opinión sobre la creación musical. Muchísimas gracias!!!

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