La todavía jovencísima Lucy Dacus parece inmersa a sus escasos 26 años en una sana y apasionante competición creativa con Phoebe Bridgers y Julien Baker, sus socias en la banda paralela Boygenius, para decidir cuál de ellas acaba siendo más talentosa en la rutilante escena estadounidense de nuevas cantautoras indies. Y a esta muchacha de Virginia no le faltarían papeletas para salir victoriosa de una hipotética competición. Home video es una obra autorreferencial y de melancolía casi narcótica: sus historias pueden enternecer a ratos y estremecer casi siempre, pero Dacus las desarrolla con esa voz tibia y meliflua que contribuye tanto a la belleza como al desasosiego.
A partir de la revisión de viejas cintas de vídeo caseras, y de ahí el título del álbum, Lucy traza un autorretrato nada indulgente de sus vivencias en los suburbios de Richmond. Y para el estriptís emocional recurre a todos los colores de su paleta sonora, desde el ligero y desconcertante uso del autotune para Partner in crime a la fiereza súbita de First time (el único episodio netamente guitarrístico del trabajo) o el folk acústico delicioso de Going going gone, donde cuenta con el respaldo estelar de Baker y Bridgers para una pieza que parece concebida de noche y al aire libre, a pie de fogata.
También hay puntuales esbozos de batería electrónica en la contagiosa Brando, uno de los momentos culminantes (y sarcásticos) de la entrega, y alguna decisión tan arriesgada como el desarrollo esquelético de Thumbs, una historia terrorífica que, con su único acompañamiento de colchones sintetizados, puede transmitir una falsa sensación de hieratismo y frialdad. Lucy resulta en último extremo tan inquietante como valiente, se ejercita en una dulzura tan matizada que acaba sugiriendo más inquietud que sosiego. Y es tan buena melodista como para regalar un tema de apertura sobresaliente, Hot & heavy, que acaba resultando contagioso sin una sola triquiñuela ni aspaviento. Dacus se incorpora a la nómina de las grandes muchachas de la escena estadounidense, un estatus que, habiendo nacido en 1995, deja muy altas las expectativas.