Me encanta Manolo García. Dicho queda de antemano, para que conste, y por si alguien prefiere rasgarse las vestiduras ya ahora, en esta segunda línea, y no seguir leyendo hasta más abajo. Miro al barcelonés y me viene siempre a la cabeza aquel verso pretérito de sus inicios con El Último de la Fila: “Paso al hombre de la calle”. Pero le escucho y llego a la conclusión de que la suya es una cotidianidad excepcional. Porque nadie es capaz ya, o quizá lo haya sido nunca, de deslizar palabras como “ditirambo”, “vórtice”, “abrojos”, “orlado” o “henil” en sus letras (sí, yo también he tenido que consultar el diccionario en algunos casos). El bueno de Manuel García García-Pérez es un tipo generoso, que debe de escribir en arrebatos y desliza siempre raciones muy nutritivas: 16 títulos esta vez, uno de ellos (el precioso “Océano azul”) por partida doble. Podría limarse la colección y prescindir, por ejemplo, de “La gran regla de la sabiduría”, una marcianada tirando a tontorrona. Pero el conjunto es delicioso, mucho más que el de su antecesor, “Todo es ahora” (2014): aquel álbum quería sonar tan pulcro y brillante que a ratos se hacía romo. “En tu voz”, en cambio, es la mejor inauguración en un disco de Manolo García, una balada hermosa y exquisita. Será la edad o un arrebato de inspiración, pero hay más sentimiento a flor de piel que nunca. Hay canciones de esas que solo sabe escribir él, que parecen sencillas pero están salpicadas de curvas y vericuetos. Y hay dos absolutas preciosidades de sabor más mediterráneo, “Dime dónde está” y “Me gustas”, agraciadas por las aportaciones de Jordi Sabatés y Carles Benavent, en el primer caso, y de Toti Soler, en el segundo. Como en los tiempos del disco “Saldremos a la lluvia”, pero esta vez más orillado a la costa levantina. Y siempre, ya se ve, con historias lindas aún por contar. Esta generosísima edición especial cuadriplica ahora la oferta con el doble CD y el correspondiente DVD del concierto del pasado 9 de junio en Oviedo, por aquello de evitar las plazas más convencionales. Suena muy bien y es para “manolistas”: mucho material reciente, los éxitos justos y una sola visita a EUDLF con la oscura “Sin llaves”. Y el ya muy extenso álbum original se enriquece aún más con dos canciones añadidas, la preciosa “Crepúsculo creciente” y la dispersa “Ya me dirás”. Ah, y un libreto con docenas de dibujos a lápiz de Manolo, nuestro particular Leonardo del pop español. Disfrútenlo sin necesidad de que se lo descubra ningún presentador de la tele.

 

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