Nada es capaz de igualar a la emoción de la primera vez, pero a veces ese milagro del asombro se queda apenas a un palmo de repetirse. La alianza entre Robert Plant y Alison Krauss supuso en 2007 una de las intersecciones más impredecibles y fabulosas del nuevo siglo, una alianza que nadie había imaginado ni de lejos pero que el tiempo no ha hecho sino consolidar como un episodio memorable de ósmosis artística. El que fuera cantante de Lez Zeppelin e icono del rock duro y la delicada diva del bluegrass habían amagado con revitalizar su entente en un par de ocasiones, y el fracaso de las operaciones avalaba la tesis de que aquella alineación de planetas de hace 14 temporadas era imposible de reeditar. Y no. Puede que nada en Raise the roof sea inferior a aquel colosal Raising sand, salvo que ya hemos perdido parte de la capacidad de sorpresa, aquel estupor ante una química inédita. Pero todo lo demás funciona maravillosamente bien, incluso con alguna aportación novedosa.

Los presupuestos de partida son muy similares, con versiones de americana como nutriente fundamental y hasta dos autores que se repiten en 2007 y ahora, Allen Toussaint y los Everly Brothers. Pero la extraña pareja extiende el alcance de su asociación a los territorios del folk británico, al que se rinde tributo con dos aportaciones magníficas, Go your way (de Anne Briggs, entre los dos o tres mejores cortes del lote) y It don’t bother me, del venerable pionero de la guitarra acústica Bert Jansch. Sin embargo, la espita la prende la recreación de un tema no especialmente divulgado de Calexico, Quattro (World drifts in), que abre el lote y demuestra un amor por las texturas profundas y pantanosas.

Se nota en eso la mano de T-Bone Burnett, que repite también respecto a Raising… en la silla del productor y que se antoja como argamasa insustituible en esta fantasía, aunque ya no nos atrevemos a sonar categóricos cuando Robert y Alison tienen bien acreditada su capacidad para doblegar cualquiera de nuestras intuiciones. El resultado es un disco denso, aromático, de originales lo suficientemente poco populares para que la pareja los haga todavía más suyos.

 

Plant es un septuagenario adorable y magistral que puede sonar en Searching for my love más vulnerable que en todo el último medio siglo. Y que puede retornar a su vertiente más blues con High and lonesome, una cruda composición a medias con Burnett que se convierte en el único original de todo el elepé. Pocas bromas, mucha música, inmenso magisterio.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *