La historia ha sido poco piadosa con los Boowtown Rats, candidatos eternos a liderar las clasificaciones históricas de one hit wonders y poco más. Todos hemos tarareado en más de una ocasión, voluntariamente o a regañadientes, I don’t like Mondays, un título convertido casi en muletilla, pero podrían sobrevenirnos sudores severos si nos preguntan una segunda o tercera canción de los Rats que incluir en la lista de reproducción para una fiesta de talluditos. Pero el desapego es, en líneas generales, injusto. Tenían gracia, eran contagiosos, se alinearon con el signo de los tiempos pero podemos rescatar sus discos sin remilgos. Y entre las exhumaciones haremos bien en considerar esta, pese a que In the long grass fue, en su condición de disco para finiquitar la banda, desdeñado casi desde el primer día.

 

Era fácil enarbolar el discurso, bien es cierto. Bob Geldof ya había dado la campanada durante las navidades anteriores con Do they know it’s Christmas, el multitudinario villancico benéfico, y este In the long grass asomaba la cabeza en mayo de 1985, apenas dos meses antes del monumental Live Aid contra el hambre en Etiopía, el macroconcierto que cambiaría la historia de los grandes eventos musicales del siglo XX. Así la cosas, es fácil deducir que el filántropo irlandés tenía la cabeza más pendiente de sus ideales que de rubricar canciones memorables con su grupo. Pero no es del todo verdad. De hecho, Drag me down, con ese gancho tarareado tan absurdo como irresistible (tiriririp, tiriririp, oouuoou, oouuoou), optaba a la categoría de nuevo No me gustan los lunes, a la que recuerda en el crescendo final de las estrofas. Y hasta puede que sea mejor canción, por mucho que no nos creamos del todo a Geldof picando en la mina, como sucedía en el videoclip.

 

Hay más chicha que roer. Another sad story y Hard times optaban a colarse en Tonight, el disco recién publicado por Bowie al que la crítica vapuleó sin que ahora, mucho menos melindrosos, acertemos a comprender los motivos. Lo simpático es que Tonight es el título que abre la cara B, aunque en su caso el paralelismo podría resultar más sencillo con Madness. Dulces bien acogidos por cualquier paladar, por qué negarlo.

 

Los Rats bajaron la persiana al poco de concluir este capítulo y no volverían a grabar juntos hasta 35 años después, con el inesperado Citizens of Boomtown. Es cierto: Bob no era David Byrne, aunque quisiera acercarse en Up or down. Pero no le reduzcamos a la categoría de organizador de eventos. Ese tipo sabía lo que se traía entre manos.

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