Las buenas de Emily, Jessica y Camilla Staveley-Taylor siempre han tenido algo de angelicales, una impresión que su cuarta entrega no solo corrobora, sino que amplía en otras direccionesGood woman refrenda la celestial química de las hermanas en el arte de las armonías vocales, pero además agranda el repertorio temático y aborda cuestiones de calado; mayormente la maternidad, la pérdida de los seres queridos y nuestro compromiso ético con el prójimo para desarrollar una actividad generosa, bondadosa y cómplice –dentro de los múltiples e inevitables defectos del género humano– a lo largo del tránsito por la vida. No pretende Good woman llegar a la condición de obra trascendente, pero sí profunda. Y en ese sentido, la adorable conjugación de voces solo sirve para multiplicar el alcance del mensaje: más allá de sus buenas intenciones, nos encontramos ante un disco dulce, delicado, maravilloso.

 

Nuestras musas de Watford ratifican su pertenencia a la categoría de familias bien avenidas, pero más allá de su tersura hay una pretensión evidente por dejarnos huella en conciencia y memoria. Las segundas y terceras voces son primorosas, pero no todo es aquí folclor británico con intenso aroma a lavanda: Devotion abraza una dimensión electrónica y pomposa con sus sintetizadores orondos y el tema principal, que además sirve de apertura, remite en sus coros etéreos a los Fleetwood Mac en la era de Tango in the night. Definitivamente, ese es el álbum favorito entre las tripletas de hermanas: recordemos lo que les sucedió a Haim, hace menos de nueve meses, con su Women in music, Pt. III.

 

Ese toque más eminentemente radiofónico se extiende a Failure, que invita a programar a las Staves en el mismo escenario que First Aid Kit en algún festival encantador, si alguna vez regresamos a ellos. Pero la faceta más folkie de esta alianza fraternal la encontramos con Nothing’s gonna happen, por momentos tan superlativa y hermosa como alguna grabación clásica de The Roches. Ventajas de la consanguinidad, está claro. Habrá quien encuentre excesivos algunos teclados (Satisfied), pero Good woman se erige en definición precisa, o más bien exigua, de sus deliciosas firmantes.

 

 

 

 

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