A lo largo de ya muchas décadas, Van Morrison ha hecho del mal humor un rasgo proverbial de su personalidad, y los seguidores han tenido que aprender a sobrellevar con resignación y deportividad ese carácter avinagrado. No necesitamos para nada, bien es verdad, que nuestros ídolos sean unos tipos encantadores: puesto que no nos los vamos a encontrar en el rellano de la escalera, sino en la estantería de los vinilos, sale mucho más a cuenta que sean unos creadores memorables. El genio de Belfast nos ha permitido desarrollar ese criterio a lo largo de lustros de antipatía y desplantes, pero nunca había llegado tan lejos con ese perfil de confrontación con el común de sus congéneres como con este What’s it gonna take?, casi un trabajo monográfico para desarrollar sus teorías en torno a la pandemia. Que son, básicamente, dos: el negacionismo y la visión conspiranoica.

 

Como lo oyen, sí. Y con cierta jactancia por su parte. No hay más que escucharle en las piezas más autodefinitorias (Dangerous, I ain’t no celebrity, la profundamente hostil Not seeking approval) o prestar un mínimo de atención a la portada, de un maniqueísmo doloroso: unas manos mueven los hilos de una pareja de aspecto asustadizo y alelado, mientras en la silueta de la ciudad se repite en dos docenas de ocasiones el mensaje “Wake up” (“Levantaos”). El genio reconvertido en predicador: así nos luce el pelo.

 

Es difícil asumir y asimilar que un artista de estas dimensiones estratosféricas, en términos musicales e históricos, se enroque a los 76 años en estos postulados maximalistas o, para precisar más y mejor, terraplanistas. Y que lo haga, para que no haya margen a la disculpa, a lo largo de 15 extensos temas que terminan configurando un LP que podemos considerar doble a todos los efectos, aunque en CD cabe (por los pelos) en una única entrega. Morrison alienta así su estajanovismo imparable de los últimos tiempos, que desde Keep me singing (2016) se traduce en ocho álbumes, dobles o muy extensos, en apenas media docena de años. Pero para disfrutar de What’s it gonna take? en todo su esplendor necesitaremos cumplir un requisito nada sencillo: no saber apenas una sola palabra de inglés o abstraernos del mensaje y centrarnos en la música. Que es, paradojas de estos tiempos complicados, estupenda.

 

De Morrison suele avisarse que lleva mucho tiempo manufacturando soul y rhythm n blues de vieja escuela sin despeinarse: aplicando escuadra y cartabón, transitando por el centro del carril, comportándose casi como el que recita una letanía de memoria. Esas consideraciones han sido a menudo imprecisas, perezosas o profundamente injustas, pero en este caso no se ajustan ni un poco a la realidad. Dangerous, por ejemplo, aporta el prodigioso violín de Seth Lakeman para imprimir un aire céltico que llevaba mucho sin aflorar; la fabulosa Nervous breakdown se va armando instrumento a instrumento, mientras Morrison explica cada una de las incorporaciones, casi a la manera del final de la cara A en Tubular bells; y Pretending echa el cierre con un aire sereno y delicadísimo, hermoso y casi catártico, que se aparta del tono apocalíptico de tantas otras páginas.

 

Y a todo ese catálogo de excelencias debemos sumar los casi siete minutos de Can’t go on this way, que sencillamente figura entre las mejores grabaciones de Morrison en el siglo XXI. Tanto como para acercarnos a la memoria el álbum St. Dominic’s preview y aquella insuperable Listen to the lion, de la que ahora se cumple nada menos que medio siglo.

 

George Ivan Morrison nos insiste (I ain’t no celebrity) en que no quiere notoriedad ni complacencia. Le basta con tocar música y sentirse cómodo en su propia piel, como si el discurso de uno de los mayores referentes vivos de la música popular careciese de relevancia. No es así, por más que se empeñe; igual que la tragedia vivida a lo largo de los dos últimos años no es un mero complot de políticos y poderes fácticos para mantenernos dóciles y calladitos, una visión que solo puede sostener una mente demasiado alucinada. Por eso es difícil gestionar las pulsiones que nos produce un álbum como este; prodigioso en no pocos aspectos, manifiestamente repelente en sus planteamientos ideológicos.

2 Replies to “Van Morrison: “What’s it gonna take?” (2022)”

  1. “…la tragedia vivida a lo largo de los dos últimos años no es un mero complot de políticos y poderes fácticos para mantenernos dóciles y calladitos…” Con la distancia y perspectiva que ahora tenemos…¿seguro que no?

  2. Lo creíamos curado tras su salida de la iglesia de la cienciología al grito de “No guru, no methods, no teachers” pero ha vuelto a tropezar en la misma piedra. Cuestiones apocalíticas al margen, coincido contigo en que se salvan solo 3 o 4 cositas…..como en los últimos ventimuchos años.

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