Entran ganas de emular a los periodistas clásicos y gritar aquello de “Paren las máquinas”, aun a riesgo de que nos tomen por seres extemporáneos. Pero algo grueso habrá que decir de entrada sobre este Titanic rising para concitar la atención del lector, al que reclamaremos esta vez un margen de atención adicional. Lo que nos atañe hoy, barruntamos, es uno de los discos más importantes de 2019, por mucho que a estas alturas el pronóstico parezca prematuro. Sobraban motivos para confiar en Natalie Mering, cuya entrega previa (Front row seat to Earth, 2016) ya acarició el sobresaliente, pero este cuarto álbum más bien se erige como un trabajo monumental. Mering consigue escribir aquí como unos Carpenters contemporáneos, sobrados de melodía y romanticismo pero sin una sola pizca de melaza. Y este Titanic… se erige en una especie de versión femenina y a veces mejorada de Father John Misty, Midlake y, por extensión, el John Grant de los tiempos de Queen of Denmark. Lo comprenderá cualquiera que escuche Everyday o Andromeda, piezas prodigiosas de un trabajo en realidad fabuloso desde cualquier perspectiva en que lo contemplemos, la plasmación fantástica de una mujer que esta vez ha querido ceñirse a composiciones de carácter clásico sin cercenar del todo sus impulsos vanguardistas. Por eso el tema que titula el trabajo es un hipnótico paréntesis ambient de 90 segundos en mitad del minutaje; por eso Movies gira en torno a unos sintetizadores analógicos en bucle que nos sumergen en un universo de magia absorta. Es el asombro que sugiere, en realidad, la escucha de esta voz de sirena, una mujer que parecía heredera de Judee Sill y a la que ahora, recién entrada en la treintena y tras colaborar con Drugdealer, Ariel Pink o Perfume Genius, ya no nos atrevemos a ponerle límites.

 

2 Replies to “Weyes Blood: “Titanic rising” (2019)”

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