Aaron Dessner (The National) y Justin Vernon (Bon Iver) son dos geniecillos manifiestos, dicho sea sin ánimo de descubrir sino solo de corroborar. Big Red Machine, su artefacto paralelo, nació como un juguete primoroso hace tres años con aquel disco homónimo ante el que solo se podía sonreír. La prolongación refrenda ese espíritu de disfrute luminoso, pero decide hacer hincapié en la capacidad de convocatoria de sus artífices, como si Vernon y Dessner se hubieran puesto a dirimir quién de los dos disponía de una agenda más pasmosa en su teléfono móvil. How long do you think it’s gonna last no solo es un álbum absolutamente gozoso, sino opulento. Incluye 15 temas, se prolonga durante no menos de 65 minutos y convoca en sus créditos a una pléyade deslumbrante de excelencias. Empezando, cómo no, por esa nueva musa indie y fascinante en que se ha convertido la mismísima Taylor Swift.

 

No podía ser de otro modo, a poco que reparemos en que Dessner fue instigador y artífice de esas dos joyas inapelables y sucesivas que fueron en 2020 folklore y evermore. Pero, puestos a alardear, Taylor asoma no ya en un corte, sino en dos: solapada con Vernon en Birch, rutilante y a la altura de sus hazañas del año pasado en el soberbio Renegade. Un ejemplo de esa ostentación de la que hablábamos.

 

La fila de colaboradores a las puertas del estudio es tan abrumadora que Big Red Machine opta en ocasiones por la situación insólita de acumularlos en la misma sesión. Algunos ejemplos. Cualquier ser humano inteligente se mostraría exultante ante la presencia en sus estudios de Sharon Van Etten, Lisa Hannigan o Shara Nova, de My Brightest Diamond, pero es que las tres, sin asomo de mesura, se superponen para Hutch. Y como la agenda de invitadas es netamente femenina, podríamos considerar un elemento diferenciador la presencia del estupendo Ben Howard. Pero los jefes de todo esto deciden que su participación en June’s a river sea a medias con la ilustre This Is The Kit. Es maravilloso. Es también, probablemente, desmesurado.

 

Todo contribuye a la sensación de goce y festín. También, y no es un detalle menor, que Aaron se anime por primera vez en su trayectoria a ejercer como cantante. La novedad acontece hasta en tres ocasiones, pero la mejor y más entrañable es Brycie, un caluroso abrazo musical a Bryce Dessner, su hermano y compañero en The National. A esas alturas el disco ya está a muy pocos minutos de finalizar, y es cuando reparamos en que How long…, un título que juega con el propio concepto de la duración, se pasa en un vuelo. Por su misma condición vaporosa, sobre todo.

 

Hay algún corte más netamente electrónico y experimental, como Hoping then o el mencionado Hutch.Y una preciosidad animosa junto a Ilsey, Mimi, con compás quebrado para no ponernos las cosas siempre tan fáciles. Pero los arreglos de todo el elepé, sencillos, acústicos, relajados, ingeniosos, felices, suman en la misma dirección que todos los demás factores: hacernos la vida un poquito más agradable. Y ese no es objetivo pequeño.

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