A Haley Fohr nunca ha resultado sencillo tomarle la matrícula, y su octava entrega bajo el epígrafe de Circuit del Yeux (es decir, sin contabilizar sus travesuras con el alias de Jackie Lynn) refrenda su carácter sorprendente, escurridizo, transformador, experimental y radicalmente inaprensible. La artista de Chicago venía de un álbum extraño, embriagador y casi operístico, -io (2021), al que siguieron un par de epés y alguna canción suelta. Pero esta nueva entrega en formato largo, aun siendo bien distinta en estilo y texturas, vuelve a apelar a la inteligencia y sagacidad del oyente a la hora de desentrañar un cancionero magnético y misterioso. Tan alejado de los paradigmas al uso que termina resultando ensimismado y cósmico a la vez, como si un big bang a pequeña escala se desencadenara desde el momento preciso en que arañamos estos surcos con la aguja del tocadiscos.
Hay mucho de electrónica industrial e inquietante en el universo peculiarísimo que le bulle a Fohr en la cabeza, y que acaba compartiendo con nosotros en ese esfuerzo seguramente guiado por la búsqueda de una identidad propia y la lucha por la supervivencia. Porque Megaloner es un tema que podía haber acontecido en algún momento de la discografía de Depeche Mode, acaso coincidiendo con las sesiones de grabación de Wrong, y el parentesco estilístico con el ahora dúo británico no resulta descabellado en otros pasajes del trabajo. Más allá de que el ideario de CdY ahonda aún más en el misterio, en el desasosiego y en la alienación que pueden transmitir los cacharros enchufados y diseminados por el estudio.
Hay momentos más maquineros y hasta puede que guiados por el espíritu de Chemical Brothers, como esa especie de burbujas electrónicas que dan forma a Canopy of Eden, mientras que Anthem of me ahonda en esa intensidad densa, solemne y en la búsqueda de ese espacio propio y Skeleton key se vuelve planeante, parsimoniosa y hasta camerística como alguna vieja canción de Alison Mojet. Y así, claro, hasta llegar a una casi desolada Cosmic joke, también muy definitoria del trabajo desde su propio título.
Los cazadores de singles harán bien en detenerse en la repetitiva, hipnótica y a la postre narcótica y adictiva Truth, pero partamos de la base de que Circuit des Yeux no es una mujer precisamente propicia para las radiofórmulas. Haley va por libre, y ese halo de libertad inaprensible forma parte de lo que más acaba llamándonos la atención sobre ella.