Como con tantos otros grandes artistas de nuestra escena, la repercusión de Joan Valent sigue muy por debajo de su relevancia. Y de esa manera el orgullo y la autoestima parecen hermanarse con la resignación para este nuevo giro de tuerca en la trayectoria del extraordinario compositor mallorquín, una colección de 10 piezas razonablemente breves en las que su piano se hermana con un quinteto de cuerda y con los circunstanciales teclados y chispazos electrónicos de Joan Martorell para erigir paisajes emotivos, serenos y radicalmente hermosos, un microcosmos en el que de buen grado confiaríamos para siempre nuestra hoja de empadronamiento.

 

A la altura de su sexagésimo cumpleaños, nuestro consumado maestro de la música clásica contemporánea formula una especie de muestrario de habilidades y virtudes, un catálogo de composiciones esenciales con las que pretende hacer buena la sentencia que preside las escuetas notas interiores del álbum: “Tras años de búsqueda sin encontrar nada, descubres que en la sencillez y la humildad se encuentra la más profunda expresión del espíritu”. De ahí la quietud y el preciosismo de estas partituras –algunas inéditas, otras reformuladas– serenas y envolventes, inmersas en espíritu contemplativo, paisajístico y a menudo minimalista en el que Joan encuentra muy pocos competidores (¿Alberto Iglesias?) en el panorama estatal.

 

Rebirth define su espíritu con dos primeros cortes parsimoniosos y lentísimos, los muy hermosos Beyond-C y Stand by, con los que Valent acentúa su empeño en proporcionarnos un entorno de parsimonia y explicita la repulsa a ese mundo frenético, aturullado y ensordecedor que nos espera no ya solo cuando plantamos el pie en la calle, sino desde el momento mismo en que nos asomamos a la pantalla del celular. Por eso el mayor valor y mérito de Rebirth es su condición de lugar seguro o, por decirlo en términos dylanitas, de refugio frente a la tormenta. Incluso la cajita de música que preside Fading nos coloca frente al espejo de la bella candidez infantil, mientras que los expresivos arpegios al piano de April 24 sirven como filigrana para abrigar el canto enfático y solemne, esplendoroso, del violonchelo.

 

El planeo de sintetizadores otorga un aire más etéreo y casi new age a Mi contigo amaneciendo, mientras que Winter invierte casi ocho minutos (con mucho, la composición más extensa del lote) en un caminar efectivamente invernal y muy cadencioso, con su prodigio de notas larguísimas y sostenidas. Pero la gran joya en Rebirth la encontramos en el dinamismo de Unrelenting, reforzado por su paisano y también compositor cinematográfico Tolo Prats, un aliado casi fraternal que remite a los tiempos de Joan Valent & Ars Ensemble y nos ubica muy cerca de otro compositor admirable y humilde, el portugués Rodrigo Leão.

 

El músico balear presume legítimamente de sus abundantes bandas sonoras o de su condición de único artista español vivo que publica con la compañía de música clásica Deutsche Grammophon. Bien por él, sí. Pero una obra como Rebirth merecería trascendencia más allá de oídos educados, atentos y sibaritas. Es hermosa, sofisticada y también accesible. Abrácenla.

One Reply to “Joan Valent: “Rebirth” (2024)”

  1. Qué maravilla de reseña del disco. Es un privilegio poder contar con periodistas que escriben tan bien y tan bonito. Complementa esta reseña al arte musical el arte de escribir con tanta “poesía” sobrela música y el buen arte. En fin………..gratitud infinita por esta crítica del este recomendable disco de artesano”. Empezamos bien “abrazando musicalmente este nuevo año. Feliz música y feliz año. Gracias a Fernando Neira, un lujo.

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