Animation es a buen seguro un hijo discográfico del desconcierto. No muy lejos ya de cumplir los 40, John Roy Anderson sabía de la huella histórica de su paso por Yes. Pero no solo había abandonado aquel barco años atrás; en aquel 1982, después del descalabro de Drama (1980), la paradigmática banda de rock sinfónico había dejado oficialmente de existir. En paralelo discurría Jon & Vangelis, la aventura junto al teclista griego Vangelis Papathanassiou, con quien acababa de entregar un álbum espléndido (The friends of Mr. Cairo, 1981) al tiempo que emergían las primeras diferencias. Anderson quiso reivindicarse en solitario con un tercer disco de sonido no ya pomposo, sino desmadrado. Parecía guiarse por la vieja locución latina del “Más rápido, más alto, más fuerte”. Al núcleo duro de sus seguidores les encantó. La crítica, por el contrario, se despachó con crueldad demoledora.

 

Hoy podemos retornar a Animation no ya con espíritu indulgente, sino desde un agrado sin disimulo. Jon quería un disco de canciones, radiable, comercial a su manera. Encargó la producción a Neil Kernon, un socio solidísimo que venía de revolucionar la FM con los más recientes elepés de Daryl Hall y John Oates, pero también podía entendérselas con los más remilgados Neil Diamond o Colin Blunstone. Y enroló a grandes músicos de sesión, algunos de ellos vinculados entonces a Mike Oldfield (Simon Phillips, Morris Pert), por no mencionar al histórico Jack Bruce, bajista de Cream. El primer corte, Olympia, irrumpe en el salón como el Séptimo de caballería: batería salvaje, guitarra encabritada.Surrender lo debería tener todo para ascender en las listas de éxitos, con sus pegadizos coros juguetones y esos remolinos de arpa. Igual que All in a matter of time, una de esas melodías cristalinas con las que Anderson parecía conectarnos con una especie de armonía cósmica.

 

Incluso Unlearning y su adictiva percusión programada parecía sintonizar con los años más comerciales de Genesis, mientras que el lirismo soñador de Boundaries habría encajado divinamente en Jon & Vangelis Pressure point era un curioso experimento con la voz manipulada a través del vocoder. Tony Visconti, el productor habitual de Bowie, accedió a dirigir All God’s children, tan celestial y apoteósica que le sobra énfasis por todas partes. Y el monte progresivo florecía en el tema central: nueve minutos cautos para los estándares del género, pero excelentes.

 

Debería haber funcionado todo y no funcionó nada, seguramente para estupor del firmante. Al año siguiente, contra pronóstico, Yes volvió a escena con 90125 y la reincorporación de Anderson en el centro del escenario. La sorpresa fue mayúscula: a rebufo de Owner of a lonely heart, aquel disco fue el más exitoso de su historia. Pues bien, muchos de los códigos que triunfaron en 90125 ya habían asomado pocos meses antes en este Animation condenado al ostracismo, cuando no al desprecio. Es momento de hacerle justicia.

2 Replies to “Jon Anderson: “Animation” (1982)”

  1. Me gusta muchísimo este disco aunque haya otros de Jon Anderson que suelen tener mejores valoraciones. Me recuerda a una época muy determinada en que la música era música y todos éramos más jóvenes. Gracias por tu valoración. Por cierto, “Drama” me parece un disco excelente.

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