Es curiosa la histórica distorsión que hemos sufrido a la hora de evaluar la figura de Olivia Newton-John, a la que perdimos de manera inesperada y dolorosa este mismo verano. Pasarán años y más años, y nuestros tataranietos seguirán identificándola como la protagonista femenina de Grease (1978), a pesar de que ella se sintió siempre más cantante que actriz, incluso después de aquel hiperbólico fenómeno de masas. Y en lo relativo a su labor micrófono en mano, seguiremos tendiendo a tararear Physical, un éxito superlativo (y muy puntual) de 1981 con el que muchos la descubrieron e identificaron como cantante, cuando para entonces sumaba ya una década de trabajos ininterrumpidos en los estudios de grabación.
Por todo ello resulta ahora tan valiosa e ilustrativa la recuperación de este primer volumen de grandes éxitos, un original de 1977 que ha permanecido descatalogadísimo durante décadas y presentaba distintos repertorios en función de los países en que se distribuía. Ahora se incluyen todas las canciones, para que no quepan disputas. Y a través de ellas podremos familiarizarnos con la primigenia ONJ, aquella trémula cantante británica que despuntaba en un country de trazos cándidos y que aún no podía imaginar, ni por lo más remoto, que acabaría propiciando uno de los mayores taquillazos de la década.
Ya sabrán que la presencia de Olivia en Grease fue fruto de una carambola, entre otras cosas porque para entonces tenía casi 30 años, sacaba seis a John Travolta y difícilmente encajaba, a decir verdad, con el perfil de colegiala. Por eso resulta tan jugoso rescatar la verdadera vocación de esta británica medio australiana que acabó triunfando y asentándose al otro lado del océano. Newton-John era una mujer querúbica de voz algo más que angelical, lo que la convertía en una intérprete tan irreprochable e impoluta como limitada: nadie se la habría creído cantando historias peliagudas, ya fuesen desgarros, conflictos interiores, inconformismo social o arrebatos existenciales.
Hecha la salvedad, ese carácter prístino lo impregna todo de un agradable dulzor a lo largo de estas 20 canciones que documentan con mucho detalle el periodo entre 1971 y 1977. Es curioso reparar en que ni siquiera en esta recuperación en formato de doble elepé se hace hueco a Long live love, la canción con la que Olivia compitió por Reino Unido en Eurovisión de 1974 (el año de ABBA) y que siempre aborreció con poco disimulo, pese al honroso cuarto puesto obtenido. Lejos de eso, las lecturas de clásicos ajenos siempre le arrojaron buenos dividendos, empezando por su primerísimo sencillo en solitario, el sorprendente If not for you, obra muy mayor en el catálogo de Dylan. La recreación es impecable, por más que hayan torcido el gesto los dylanitas más puritanos. Y tampoco puede decirse una sola palabra mala sobre las incursiones en Country roads, take me home (John Denver), la mítica Jolene de Dolly Parton, The air that I breathe (The Hollies) y hasta la ubicua Don’t cry for me Argentina, de Andrew Lloyd Weber para el musical de Evita.
La impresión es apacible y muy, muy liviana, como si nos encontrásemos ante una Linda Ronstadt de baja intensidad. Sirva todo ello a efectos descriptivos, porque hay también momentos en que superamos el notable en el boletín de calificaciones; en particular, con la irrebatible Have you never been mellow y con Come on over, que Olivia hizo propia y erigió en tema titular de su disco de 1976 tras escuchársela a los Bee Gees. Por lo demás, esta impecable reedición se convierte en homenaje inesperado y sobrevenido: no hay oportunismo post mortem, puesto que se fraguó en vida de su protagonista, que en mayo remachaba con un “Amor y luz” sus propias notas al doble vinilo. Qué tristeza.
Muy acertados tus comentarios con esta apacible gran artista como era Olivia. También es muy completo el recopilatorio: Back to Basics. The Essential Collection. 1976-1992. Saludos!!