Oh, Radio Tarifa. Cómo olvidar. Y cómo no emocionarse con el recuerdo. Han transcurrido veintimuchos años desde que descubrimos Rumba argelina. Podía sonar hoy a nostalgia pasada de fecha, pero lo que sucede es justo lo contrario: nos volvería a deslumbrar si se publicara en estos precisos momentos. Porque Radio Tarifa logró sonar a eternidad, sin complejos. Era una banda que no difuminó las fronteras, sino que las dinamitaba. La feliz confluencia de tres talentos dispares, pero convergentes, que a lo largo de 1992 confluyeron en la habitación de Faín Dueñas. Duele mucho reparar en la fugacidad de todo: no solo ha transcurrido un cuarto de siglo largo en un vuelo, sino que en el viaje perdimos para siempre al cantante, el extraordinario Benjamín Escoriza, del que una enfermedad pulmonar nos privó en 2012; y al productor original, Juan Alberto Arteche, que en 1993 supo comprender la trascendencia de esta arquitectura sonora y le encontró acomodo en su sello, Música Sin Fin. Arteche iba por delante de los demás oídos de la época: a Radio Tarifa los acabaría fichando BMG Ariola, pero él desentrañó antes que nadie esta fórmula que difuminaba las lindes del Estrecho de Gibraltar y era al tiempo agitanada y moruna. Siempre espontánea, abonada a la espontaneidad. Quienes no conocieran a Radio Tarifa en su momento o hubiesen extraviado sus ejemplares pueden aprovecharse de esta magnífica y oportuna reedición, en la que aún deja clavada en la silla la sucesión inicial: Rumba argelina, Oye China y Lamma bada. El granadino Escoriza cantaba con voz rasposa, melisma amplio y gusto infinito, mientras percusiones y cuerdas más o menos atípicas (buzuki, cumbus, guimbi) corrían por cuenta del vallisoletano Faín Dueñas y el francés Vincent Molino soplaba cuanto caía en sus manos. Que un sello como World Circuit ahora reedite y remasterice un disco así es un pequeño milagro, un orgullo para lo que, sin jactancias, fue uno de los episodios más inteligentes del folk español en toda su historia. Las reediciones se extienden a otros tres títulos más de culto que de grandes ventas: la despedida del rey del blues del desierto, Ali Farka Toureé, con el abrumador Savane; la emergencia tardía de Omara Portuondo y la figura singular de Guillermo Portabales, El Carretero, “rey de la guajira de salón”. Nos encanta el reencuentro, a veces póstumo. En el caso de Radio Tarifa, además nos conmueve.