En el año de todos los milagros de 1986 podían acontecer episodios como que un artista novel e ignoto que componía e interpretaba sus canciones al piano pudiera conseguir un éxito incontestable con un tema, The way it is, que ni siquiera disponía de estribillo claro. Bruce Hornsby transita ahora por los 67 años, hace un siglo que ya no opera junto a aquellos The Range de efímera gloria y se ha convertido en una firma de culto, lo que quiere decir que recibe muchos más piropos y muchísimas menos reproducciones que cuando lo programaban hasta en la MTV. Y ‘Flicted no modificará ese estatus; más bien lo afianzará y agrandará, puesto que se trata de un disco raro y fascinante, dos adjetivos que en su ya extensa producción en solitario han acabado resultando recurrentes.

 

‘Flicted es la obra de un cantautor (?) con gusto por la melodía quebrada y espectral, de voces procesadas, modificadas y un tanto galácticas. Pero su naturaleza atípica no lo hace en absoluto inexpugnable, sino más bien mágico, fantasioso. Entre juguetón y un punto esotérico. Artistas con espíritu tan lúdico como Ezra Koenig (Vampire Weekend) y Danielle Haim (Haim) multiplican los encantos de Sidelines y Days ahead, respectivamente, dos piezas que no se pueden tararear pero invitan al apego instantáneo. Son deliciosas, igual que muchos otros momentos en que parece que vamos a escuchar una pieza de corte acústico… hasta que la evolución de los acontecimientos toma rumbos impredecibles.

 

Ese espíritu libérrimo, disperso y heterodoxo lo convierte en pariente cercano de sus dos antecesores inmediatos, Absolute zero (2019) y Non-secure connection (2020), hasta que descubrimos en boca del propio Hornsby que los tres se nutren de material que había ido escribiendo como propuestas de colaboraciones con el cineasta Spike Lee. ‘Flicted es, aun con sus rarezas, el más diáfano en esta trilogía involuntaria. Incluye una versión marciana y rapera del clasicazo de Chuck Berry Too much monkey business, seguida de una casi maquinera Maybe now, pero concentra en su tramo final algunas joyas vivaces, luminosas y encantadoras como Is this it o Lidar, donde sí es posible entrever la huella del autor de On the western skyline o Mandolin rain.

 

En definitiva, el de Virginia conserva el pulso melódico, sin duda, pero lo enriquece con una tendencia loable a la travesura. Ahora divierte pensar que con veintitantos lo tomaban por un viejoven (aunque entonces no existía el término) y ahora, sexagenario, esos mismos suspicaces lo ensalzan como el innovador que siempre fue. De hecho, habrá oyentes sobrevenidos que crean ver en piezas como Had enough la influencia de Bon Iver, pero en realidad es justo al revés: Justin Vernon ha terminado admitiendo que discos como For Emma, forever ago o Bon Iver le deben mucho al propio Hornsby.

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