Puede que no sean del todo conscientes Manolo García y Quimi Portet de lo felices que han hecho a miles de personas con este reencuentro. O a lo mejor un poco sí, porque parece imposible que no les hayan llegado hasta la piel y los oídos las muestras de emoción nada disimulada que genera la recuperación de una entente, El Último de la Fila, que con los años podemos situar sin margen de error entre las mejores bandas que haya conocido el pop español en toda su historia. Desde su comunicado de separación –o quién sabe si de cese temporal de la convivencia–, allá por 1998, pocos indicios hacían prever la recuperación de la actividad, más allá de aquella media docena de canciones que deslizaron juntos en febrero de 2016 con la excusa de revisar sus formulaciones previas como Los Rápidos y Los Burros. Pero esto no es ya circunstancia, sino esencia. La alianza ha resurgido y bien merece nuestra congratulación antes de que intentemos deshacer el gran nudo gordiano que plantea Desbarajuste piramidal: si esta reformulación de 24 piezas clásicas ofrece motivos para una euforia duradera o sabe más bien a poco.

 

Las reuniones privadas y casi clandestinas de Quimi y Manolo a lo largo de casi dos años, estos encuentros discretos, furtivos y sin verificador internacional, han permitido que la magia regrese ante nuestras narices con toda la agitación propia de las grandes sorpresas. Pero en la decisión de que El Último de la Fila haya salido de un cuarto de siglo de hibernación solo para reinventar y regrabar dos docenas de sus (enormes) canciones parece pesar mucho más el espíritu lúdico que el ánimo de insurrección. Por eso debemos disfrutar este Desbarajuste… como una celebración más que como el acontecimiento histórico que los primeros titulares pudieran augurar. Es el reencuentro felicísimo de dos colegas entre los que sigue latiendo una complicidad apabullante y que deciden darse el gustazo de celebrar sin disimulos, como diría aquella vieja canción de Cánovas, Rodrigo, Adolfo y Guzmán, todo lo bueno que un día hicieron juntos.

 

Por eso, para lo bueno y lo malo, Desbarajuste piramidal es un ejercicio muy poco ambicioso. Manolo y Quimi no han pretendido sentar cátedra –aunque les sobren conocimientos para dictar unas cuantas lecciones– ni hacer historia, más que nada porque a este respecto tienen ya todo el trabajo adelantado. Y es ahí donde procede formular la pregunta clave: ¿merecía la pena reflotar un emblema como El Último de la Fila solo para un divertimento? Desde la perspectiva de los acontecimientos trascendentales, sin duda no. Pero si lo observamos solo como melómanos y admiradores, que no son condiciones menores, estos 90 minutos de nueva vieja música constituyen un delicioso festín. Porque recuperan un puñado de canciones mayormente espléndidas, en un porcentaje a día de hoy inalcanzable para casi cualquier banda. Y porque las reimaginan desde el pulso delicado de unos progenitores hoy ya veteranos, pero legítimamente orgullosos de aquellas criaturas.

 

Quizá en esa evolución vital radique el mayor interés de estas nuevas interpretaciones. Ni Manolo ni Quimi tienen ya edad para danzar al son de ningún tambor, pero la madurez serena de los sesenta y tantos les permite regresar a su repertorio más emblemático y revestirlo de un sosiego que no podía exhibir en los alborotados años en que fue alumbrado. García canta ahora mejor que nunca, o al menos con más finura y gusto aún del que siempre tuvo, pero se ve abocado a rebajar uno o dos tonos la tesitura en más de una ocasión. Y Portet ha dejado la pose revoltosa para convertirse en un gentleman de las seis cuerdas, un tipo alérgico al adorno y la floritura, pero con un instinto infalible para dotar a las canciones de clarividencia.

 

En esa bendita anarquía creativa que siempre les caracterizó –la misma que acababa propiciando sus mejores hallazgos–, EUDLF ni siquiera ha trazado un patrón único ni coherente para diseñar las nuevas vestimentas que arropan a sus viejas creaciones de juventud. Desbarajuste piramidal no es, en contra de lo que pudiera parecer o temerse, un disco de versiones acústicas; aunque alguna hay, y, como en el caso de Llanto de pasión, figura entre lo mejor del lote. Tampoco hay grandes alardes en el ámbito de las rearmonizaciones, y ese factor sorpresa es el que más se echa de menos. Por lo general, los originales más eufóricos quedan desdibujados, y en ese sentido el nuevo Como un burro amarrado en la puerta del baile puede sonar inquietantemente apático. En cambio, ritmos medios como Dios de la lluvia se benefician de una riqueza ahora muy superior, de la desnudez inicial al estallido central. También es muy hermoso el nuevo talante, sutil y bellísimo, que adopta ahora la antaño desaforada El loco de la calle.

 

En general, el mayor sosiego de esta vida adulta permite que las canciones más líricas refuercen todavía más su pátina de emotividad, y en ese sentido A veces se enciende o Son 4 días, de partida ya excelentes, se vuelven ahora adorables. Pero Desbarajuste… traiciona las connotaciones perturbadoras de su título y propicia un repaso más bien plácido a unas canciones de las que parece imposible que no sigamos enamoradísimos. Ya habrá ocasión para emociones más fuertes: el hecho mismo de estar colocando otra vez una nueva grabación de El Último en el giradiscos ya es como para dejar todo lo que tengamos entre las manos y, como sugieren sus artífices en la contraportada, subir el volumen del amplificador todo lo que nos consienta el vecindario.

 

4 Replies to “El Último de la Fila: “Desbarajuste piramidal” (2023)”

  1. Después de oír un par de veces el disco coincido contigo, Fernando, en que quizá la regrabación de estas canciones merecía un esfuerzo un poco mayor. Siendo verdad que algunas de las canciones están mejoradas con respecto a las originales y que Manolo canta mejor ahora, también es cierto que escuchar las 24 canciones de un tirón da una excesiva impresión de homogeneidad: la instrumentación es un poco plana, en el sentido de que suenan muy iguales unas canciones a otras, cosa que no ocurría en las grabaciones originales, que tenían una mayor riqueza en arreglos e instrumentaciones.
    Siempre me pregunté por qué El Último de la Fila no editó nunca un recopilatorio de su música (caso muy inusual en un grupo de éxito) y siempre he pensado que no lo hicieron por simple honestidad: seguramente no les pareció bien hacer caja con material previamente editado, sin esfuerzo. Quizá está ahí la razón de editar ahora esta revisión de sus éxitos, brindando al aficionado nuevas versiones hechas con el bagaje musical y experiencial que dan las tres o cuatro décadas transcurridas desde aquellos éxitos.
    En cualquier caso, es un regalo para todos los que amamos su música. Y lo agradecemos.

    1. Gracias por el análisis, Félix, tan argumentado y concienzudo. Muy cierto todo lo que dices; también el asunto de los recopilatorios, que siempre rechazaron justo por el motivo que mencionas. Habrá que ver ahora si, tras la expectación que ha generado este reencuentro, nacen o no nuevas canciones… Gracias por tus aportaciones, en cualquier caso, de veras.

  2. Por fin llegó a mis manos el ansiado doble cd con dedicatoria, un mar de buenos recuerdos de la época de joventud años 80 nos ha hecho llegar el equipo de EUDLF , todo buenos recuerdos y grandes vivencias compartidas, un fugaz viaje al pasado ha pasado por la mente, ?sois conscientes de la felucidad que nos habéis brindado? Gracias, gracias, gracias banda😊

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