La confluencia quiso que los caminos de Jorge Drexler y Joaquín Sabina confluyeran hace ahora tres décadas en Montevideo, donde el primero desarrollaba una plácida y prometedora trayectoria como otorrino que alternaba, cual travesura, con la elaboración casi furtiva de canciones que iba diseminando por los garitos de la ciudad. Fue el Conde Crápula quien le persuadió de que cruzara el charco y probase suerte en la villa y corte, y no es de los motivos menores para que le estemos eternamente agradecidos al de Úbeda.

 

El propio Drexler lo hizo en 2017 con un homenaje encantador, ese Pongamos que hablo de Martínez que figura entre sus 32 episodios más destacados y exitosos de esta singladura, la que recogen los primeros dos de los cuatro discos de esta caja. Y es ya el tiempo transcurrido desde aquel álbum que aún sigue siendo el último, Salvavidas de hielo, el que se intenta aliviar con esta antología generosa, merecida y, sí, necesaria, pues mucho del material incluido en el tercer cedé (Inéditos y rarezas) y el cuarto (Colaboraciones) no es fácil de encontrar ni menos aún de agrupar.

 

Los buscadores de tesoros ignotos ya habían explorado un buen puñado de rarezas en los tiempos de Cara B, un doble álbum de 2008 que reflejaba su gira en solitario de aquella temporada, con versiones muy distanciadas de las originales o repertorio alejado de los títulos más recurrentes. Pero los dos cedés, digamos, complementarios de esta caja antológica constituyen un tesoro muy valioso, aunque, entrados ya en harina, habría sido deseable una información más detallada sobre el repertorio, que se limita a la autoría y fecha de publicación, pero no menciona el álbum o proyecto. Cosas, sospechamos, de que esta caja sea cosa de la discográfica que hasta ahora ha acogido a Jorge pero que ya no lo tiene en nómina.

 

Ese mimo, el detalle cuidado que se le debe exigir a un producto como este, para el aficionado exigente, minucioso y fetichista, es el que diferencia este (con todo) bello objeto de la sensacional recopilación en cinco discos sobre Coque Malla que ha visto la luz pocas semanas antes. El recorrido, en todo caso, es delicioso. Y más si no se conocían aún aventuras puntuales como la lectura de Neruda (Oda al tomate), la incursión en la musica infantil (¡junto a Pablo Guerrero!) de Un barco de sueños o la memorable lectura electrónica e hipnótica de Aute en Anda. Eso, por no abundar en hermandades musicales felizmente inseparables (Leo Sidran en Easy), puentes intergeneracionales ante los que solo cabe el alborozo (la fantástica lectura de Sea junto a Mercedes Sosa) o circunstanciales dúos en directo con compañeros de generación y género (Pedro Guerra y Jorge, arrejuntados en el ínfimo escenario del Libertad 8) o con parejas más extrañas pero nada desdeñables, como Pablo Alborán en Cuando te alejes.

 

Solo faltaría, por aquello de completar el cuadro, algo de aquellos dos trabajos iniciáticos aún en Uruguay, La luz que sabe robar y Radar. Pero la ventaja de que esta caja la publique Warner y Jorge se haya mudado a Sony consiste en que nos ahorramos así las dos recientes colaboraciones con C Tangana, esas sobre las que grandes amigos y cómplices del gremio no saben cómo decirle a Drexler que se quedan lejos de sus estándares habituales de calidad. Algún renglón torcido se había de escapar entre tantos y tantos momentos memorables.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *