No, no desaprovechemos esta joya tan primorosa y delicada colocándola en el reproductor en cualquier momento, descuidadamente, como una obra propicia para la escucha circunstancial, accesoria, de refilón. Hay tanta delicadeza y tersura en estas nueve piezas que reclaman un poco más de atención y sosiego respecto a nuestros estándares habituales de hombres y mujeres ajetreadísimos, inmersos en el trajín de una vida acaso no tan moderna como nos habían hecho creer. Mina Tindle nunca elevará la voz a lo largo de los 39 minutos de intimidad que nos sugiere. Pero la sutilidad de esta creadora susurrante, crepuscular y verdaderamente fina, amante de los sonidos orgánicos y un delicado aderezo electrónico, invita a orillar todo lo demás y sumergirnos con ella en una travesía minuciosa.

 

No está al alcance de cualquiera, desde luego, que Sufjan Stevens entregue un original como Give a little love (orfebrería pura) y además lo respalde personalmente con su piano y esas etéreas e inconfundibles segundas voces. El guitarrista Bryce Dessner, uno de los guitarristas de The National y pareja de la firmante, respalda a Tindle durante gran parte del viaje, pero es esa garganta de Mina, íntima y suplicante, la que acaba impregnándolo todo. A veces con juegos de voces superpuestas (Jessa) que pueden recordar a Stina Nordenstam, a la que seguimos teniendo en mente aunque lleve siglos sin dar señales de vida. Y en otras ocasiones (Is anything wrong) con una vocación tan desnuda y folkie que es Eddi Reader quien se nos aparece en el catálogo mental.

 

Parisina de nacimiento, Mina (Pauline de Lassus Saint-Geniès en el DNI) aprovecha para retomar su lengua materna en un par de cortes, de los que Belle pénitence, con abundantes arabescos corales y las guitarras ambientales de Dessner, es particularmente afortunado. Y echa el resto en Triptyque, una especie de minisuite en tres capítulos que acaba atrapándonos durante sus buenos 10 minutos. Hay a lo largo de Sister evocaciones naturales, declaraciones de amor a media luz, incómodos demonios interiores, pecados expiados. Demasiados argumentos de peso como para dedicarles solo una atención demediada.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *