A veces sucede. No muchas, pero la sorpresa, por fortuna, será siempre una posibilidad. Acudes con un poco de holgura horaria a un concierto, cosa rara, y te las ves con un telonero perfectamente desconocido que resulta más interesante que el artista principal. Sucedió el mes de julio pasado con la visita del veterano Seal a los Jardines del Botánico, una perfecta invitación al bostezo que solo mereció la pena por darnos de bruces con esta chica menuda y con sombrero que ahora entrega por fin su primer larga duración. Nora Norman proviene de Sabadell, reside en Madrid y canta (otra más) en perfecto inglés, circunstancia que consideraremos excusa para anhelar un próximo segundo álbum en castellano. Pero más allá de cuestiones idiomáticas, tan cuestionables como extendidas, la joven, inquieta e intrigante Nora apunta muy alto. Tiene maneras, carácter, bagaje y, sobre todo, una voz seductora, poderosa, absolutamente privilegiada. Practica un soul de nuevo cuño que nunca pretende desperdiciar las enseñanzas de las grandes maestras clásicas. Sería el contrapunto femenino perfecto a muchachuelos como Mayer Hawthorne o Nick Waterhouse. Le canta por adelantado al desamor en “What if” y engancha una de las grandes canciones nacionales de lo que llevamos de año con “She may have done it wrong”. Y se ajusta a un debut prudente de diez temas originales para incitarnos a la tecla “Repeat” y dejar la muy verosímil sospecha de que sobre un escenario le pediríamos otras diez canciones más. El caos es puro guiño a las chicas malas, o traviesas, o incontrolablemente creativas. La Norman, en realidad, parece tener la cabeza muy bien amueblada.

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