Para quienes asocien el nombre de REO Speedwagon solo con Can’t fight this feeling o Keep on loving you, dos de esas baladas atildadas y bien cargaditas de melaza por las que la década de los ochenta se granjeó tantos detractores, se llevarán una sorpresa mayúscula con sus primeros trabajos, allá cuando despuntaba la década de los setenta y la competencia entre los roqueros yanquis de nuevo cuño era salvaje. El quinteto de Illinois tenía empaque, un sonido sudoroso y con músculo, un guitarrista fantástico (Gary Richrath) del que casi nadie suele acordarse en las clasificaciones y hasta un joven representante con olfato, Irving Azoff, el mismo que muy pocos meses después pondría en órbita –a ver si les suenan estos nombres– a Eagles y Steely Dan.
En el fondo, puede que a la banda solo le fallara el olfato con su jefe de filas, y de hecho este tercer álbum suponía también el estreno del tercer vocalista de la formación, Mike Murphy, que permanecería enrolado en esta empresa a lo largo de un par de trabajos más. El tema titular, que además abría el repertorio, supuso el primer y muy tímido éxito del grupo (pese a que los dos elepés anteriores bien merecían ya más atención de la que recibieron), pero es en la cara B donde la furia se desata, los neumáticos chirrían y sentimos con nitidez las botas vaqueras, los caminos polvorientos y las melenas al viento de los cinco artífices de este festín.
El referente más obvio de este trabajo es el que ofrecían las primeras y casi coetáneas entregas de los Doobie Brothers, tiempo antes de que Michael McDonald refinara y dulcificara el sonido de aquellos Hermanos porretas. Pero también podemos pensar en los momentos más guitarrísticos de Chicago o en la faceta cruda de Stephen Stills, que de hecho se concede el gustazo de rubricar Open up.
Llegados a Son of a por many Start a new life, las pruebas ya son abrumadoras: hay que recuperar este vinilo, urgentemente, de los polvorientos estantes del olvido. Procedan ustedes, por su propio bien.
Un amigo hace muuuuuuuuchos años me regalò este disco, ya conocìa al grupo por su nuevo cantante Kevin Cronin, y de verdad no sabìa què esperar, pero me sorprendiò gratamente. Es un tanto màs salvaje que los ya conocidos, pero guarda un lugar especial en mi colecciòn. Junto a èste también me regaló otro de un señor llamado David Bowie, Spacial Oditty. Creo que mi amigo no sabìa lo que tenìa. jajajajaja.
¡Muchos amigos como ese, Soraya! 😉