Hasta ahora teníamos a Rodrigo Cuevas por un personajazo estrafalario, un folclorista provocador, descocado, farandulero, amante del cabaret y la sorna, un hombre comprometido con el espectáculo a pecho (velludo) descubierto, con el pellizco y ese desparpajo tan arcoíris y tan suyo que se gasta desde el primer minuto. Era difícil no cogerle simpatía; casi tanto como tomárselo del todo en serio, porque su afán por llamar la atención a veces relegaba a un segundo plano los objetivos estrictamente estéticos. La situación varía de manera radical, para nuestro gozo, en este Manual de cortejo, en el que no perdemos al Rodrigo radicalmente divertido pero ganamos a un extraordinario renovador de la música tradicional.

 

La idea de aliarse con el productor Raül Refree se confirma acertadísima: el hombre que buscó recovecos y aristas en personajes como Kiko Veneno, Sílvia Pérez Cruz y la primera Rosalía, artistas dispares pero de luminosa y sincera autenticidad, también descubre a ese cantante enorme e investigador curioso que nuestro adorable asturiano llevaba dentro. Con independencia de que el muchacho al que conocimos con Verdiciu quiera ahora defender esta nueva colección con zuecos, zapato de tacón o medias de rejilla, enseñando pectorales o montado en burro, podrá integrar esa visión abierta y mestiza del mundo rural con un repertorio maravilloso, pletórico, sobrado de ingenio.

 

En ese cortejo fascinante entre el talento en bruto del firmante y la arquitectura luminosa de su productor, Refree lleva a su nuevo protegido por los territorios del folk electrónico, o la folktrónica, y de pronto Cuevas se vuelve magnético, ocurrente y avanzadísimo en la línea temporal sin dejar de resultar seductor, coqueto, pícaro y genuinamente folkie. Como una Mercedes Peón en versión masculina, y con el respaldo frecuente de Adufeiras de Salitre (las pandereteiras habituales  del coruñés Xabier Díaz), el ovetense se arrima a la magia meiga (Muiñeira para a filla da bruxa), a la copla (El día que nací yo), a la reinvención sorprendente (Xiringüelu) de coplas populares que, de tan oídas, creíamos agotadas.

 

En este cortejo no sabemos quién de los dos, cantante o productor, ha ejercido más de seductor y más de seducido. Parece claro, en cualquier caso, que ha nacido una pareja de química brutal.

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