En el tránsito de los setenta a los ochenta era imposible no estar pendiente de lo que hacían The Police, el grupo de las raras unanimidades: nos volvían majaras a todos, clásicos o contemporáneos, jaraneros o modositos, jovenzanos o viejunos (evidentemente, ninguno de estos últimos términos los habríamos pronunciado de aquella). Los dos primeros álbumes desembarcaron de forma tan consecutiva que tendíamos a confundirlos, porque además tenían portadas muy semejantes y títulos rarísimos. Roxanne aparecía en el debut, Message in a bottle en el segundo y todas las demás, en alguno de los dos Y en esas llegó este Zenyatta mondatta, que volvía a tener una denominación incomprensible, pero ahora de apariencia medio italiana, y las unanimidades comenzaron a resquebrajarse. Don’t stand so close to me era un single incontestable, pero… ¿demasiado comercial? Y De do do do, de da da da puso de uñas a unos cuantos por su presunta frugalidad, como si Sting, aún tan joven, acabara de perpetrar su particular Obladi oblada. Con el tiempo, en cambio, estoy por pensar que el genio rubiales y sus no menos níveos compinches Andy y Stewart encontraron, justo en la bisectriz de su fulgurante y recordada discografía, la página más equilibrada y precisa. Zenyatta figura entre esos álbumes que encuentran acomodo en los pliegues más asentados de la memoria, y por eso basta releer cualquiera de sus títulos para que nuestro jukebox mental comience a reproducirlo. Cuando Sting, ya en solitario, se montó un grupazo jazzístico y emprendió la gira de Bring on the night recuperó un montón de piezas de este elepé: When the world comes falling down, Driven to tears, Shadows in the rain. Canary in a coal mine era tan eficaz e irresistible como los éxitos oficiales, Man in a suitcase exploraba los límites entre la new wave y el reggae y, ojo al dato, había hasta un instrumental buenísimo, Behind my camel. Todo le salía en tiempo y forma a Gordon Matthew Sumner; convendría que lo recordasen quienes hoy tienden a denostarlo a las primeras de cambio.
Con UDADCLASSIC estoy “revisitando” mis discos ochenteros olvidados… The Smiths, Deacon Blue, The Style Council, Talk Talk. Aztec Camera, China Crisis, Tears for Fears, R.E.M, Suzanne Vega. Me faltan Lloyd Cole and The Commotions, pero se que llegarán, seguro, con su Rattlesnakes, y algunos más. Muchísimas gracias!
Muy agradecido por tu comentario, tocayo. La idea de los rescates del fin de semana es esa, precisamente, descubrir o redescubrir álbumes que pudieron formar parte de nuestras vidas o que merecen ser rescatados del olvido. Gracias por leer y por tus aportaciones. Lloyd Cole también acabará cayendo, antes o después, evidentemente… 🙂
Para mi es un paso más de la evolución de Sting que a cada álbum va haciendo más suyo el proyecto (para lo bueno y lo malo). Como cada disco del grupo, arriesgado y dando un paso en otra dirección (en esa época pocos grupos “mainstream” tenían la valentía de cambiar la dirección en su repertorio). Hay quienes hubiesen seguido haciendo el mismo disco durante 20 años pero The Police no se conformaba con eso, y bajo la tutela de Sting con el apoyo de dos músicos superlativos e innovadores, llevaban cada nuevo disco hacia un puerto inexplorado.
Indudable que este álbum es producto de tres individuos, Sting Steward, Andy…… El grupo es el que arriesgaba. La pertinencia de cada sonido de cada integrante e inconfundible. Si este disco hubiese estado bajo la tutela de un solo individuo de seguro hubiese tenido, el sonido de un disco en de Sting es solitaro, claramente no hubiese ganado un grammy menos. Sting es un muy escritor y compositor pero la fatan dos para darle el sonido de The Police a esas composiciones…