Hay un cierto halo de expediente X en este disco, una bonita marcianada, tan árida y estrafalaria como sugerente y, en último extremo, profunda. Incómoda. Y sobre todo, ya decimos, misteriosa, puesto que esta hora de música experimental había quedado ya registrada casi totalmente en Los Ángeles entre mayo de 1992 y mayo de 1993, pero ha precisado de un cuarto de siglo largo para convertirse en banda sonora de nuestros desvelos (o, si se ponen feas las cosas, también de nuestras pesadillas). No será porque sus artífices carecieran de recursos ni predicamento, pues los nombres detrás de este ejercicio de “Música moderna” (¿se puede buscar una etiqueta más cándida para la portada?) son nada menos que Angelo Badalamenti y David Lynch. Es decir, nuestra Pandilla se constituye en plena efervescencia del fenómeno “Twin peaks”, pero orilla el aire etéreo de aquella emblemática banda sonora para entregarse a un jazz experimental más travieso que endiablado, pero siempre oscuro, turbio, inquietante. Qué menos, tratándose de quienes se tratan. Lynch aporta las guitarras de “One dog bark” –toscas, pero lo bastante sucias como para eludir cualquier complacencia- y un discurso onírico, extravagante, sin apenas asideros. Su voz aniñada para “Jack paints it red” no tiene ni un ápice de juego de niños. A Badalamenti le corresponde el grueso de la responsabilidad musical, acompañado de una batería nerviosa (gentileza de Gerry Brown), contrabajo, teclados y algún saxo o clarinete muy discontinuo. No hay margen para la relajación: Thought Gang nos quieren despiertos y activos, aunque sea para afrontar una larga travesía del desasosiego. Pero escuchamos la maraña de voces, casi siempre enfurruñadas, de “A meaningless conversation”, y no podemos dejar de sospechar que estos dos chavetas acabarían divirtiéndose cual chiquillos.

 

 

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *