Yorch es el sobrenombre musical que ha adoptado el sevillano Jorge Naranjo, un cineasta inspirado y peculiar que refrenda, ahora que descubrimos esta nueva faceta suya, una creatividad casi renacentista: en 2013 triunfó en el Festival de Málaga con su largometraje “Casting” (homenaje tierno y encantador al mundo de los actores), ha firmado cortos y videoclips muy celebrados, obtenido algún premio literario, ejercido la docencia e incluso confesado en primera persona, ante las cámaras de Jordi Évole, su terrible experiencia dentro de una secta. Pero hoy veníamos a hablar de canciones, y también en esta vertiente toca arquear la ceja. Naranjo no olvida frente al micrófono su gran vocación, la de contador de historias, y varias de estas páginas musicales presentan una galería de personajes de perfil barrial y cotidiano. El título del álbum, un hallazgo de las horas de teletienda e insomnio, permite dividir la obra en dos mitades: “Cosas preciosas” sirve como cara A, más rockera, con la preciosa “BCN” como transición a la cara B, “Relojes económicos”, grabada en unos estudios británicos de Chesire y de vocación mucho más ‘folkie’. Y hermanándolo todo, la manifiesta fascinación de Jorge por Nacho Vegas, evidente ya con “En mi ciudad” (una oda a Sevilla a la manera de Vegas con su filiación astur) y explícita en “Novioramas”, donde “empezó el de Gijón / haciendo crac en la canción”. Yorch sigue siendo un maestro del estriptís emocional, y así la brillante “Mi querida Anne” no glosa a ninguna musa, sino a esa tenaz acompañante “de apellido, Siedad”. Naranjo complementa su voz con algunas pinceladas de xilófono, instrumento humilde que le sienta bien a sus afanes confesionales y torturas varias: hasta su “Nana” tiene algo de mal sueño. Todo un artista, en suma.

 

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