Júlio Resende lleva tiempo afianzándose como uno de los jóvenes más innovadores, versátiles, imaginativos y exentos de ideas preconcebidas dentro del boyante nuevo jazz portugués, y su manera personalísima de acercarse al inmenso y sacrosanto territorio del lado no hace más que corroborarlo. El pianista del Algarve ha coqueteado con el pop-rock, la electrónica y la experimentación a lo largo de estos tres lustros de obra grabada, pero a nada parece extraerle tanto sabor de los tuétanos como al fado, que le sirve no ya solo de materia prima, inspiración o estímulo, sino como símbolo mismo de libertad y desafío a ese empeño ya tan trasnochado, por parte de oyentes o promotores, de catalogar y establecer límites.
Resende ya había bebido en el legado fadista (sin ir más lejos en su trabajo anterior, Fado jazz ensemble, de 2020), pero ahora se lanza en tromba a la composición propia dentro de los cánones del género, aunque de una forma extraordinariamente laxa. Su fado jazzístico le suena a menudo más sentimental que compungido, y ese gusto exaltado por la melodía deriva en un trabajo luminoso y, si no optimista, abiertamente esperanzado. Fado alegre, podríamos decir; o casi.
El cuarteto de Resende funciona con una precisión de relojería suiza, pero es en el mano a mano entre el jefe de filas y la guitarra portuguesa de Bruno Chaveiro donde reside la parte mollar del tesoro. No parece casualidad, sino casi obviedad, que uno de los momentos más logrados del álbum se titule justo así, Mano a mano, con el subtítulo Now we are brothers. Pero aún más hermoso es el dúo Anagrama – The retornados love two lands, donde este prodigioso sello alemán ACT se transfigura en ECM y nuestros amigos portugueses emulan en tacto, pulso, emotividad y composición a unos joviales Pat Metheny y Lyle Mays.
En realidad, a Júlio le interesa tanto el fado como la canción popular portuguesa, y esa adscripción acaba aflorando en Portugal dances another mariquinhas o en su improvisación en torno a Traz otro amigo tambén, uno de los títulos ineludibles de Zeca Afonso. No podía ser de otro modo, teniendo en cuenta que Sons of revolution se inspira, claro, en la Revolución de los Claveles de 1974, de la que Resende se siente hijo en términos literales: su padre solo viajó de Angola a Portugal una vez destituido el dictador Salazar, y fue ese viaje el que propició que conociera a la madre del artista. Pero el eclecticismo del que hablábamos acaba aflorando de todas las maneras, como corresponde a un experto consumado en la figura de Amália Rodrigues y el acompañante habitual de figuras como Carminho o Ana Moura. Y deriva en la gran fiesta del epílogo, ese A casa dela que constituye la única pieza cantada y la oportunidad para convocar a su gran amigo Salvador Sobral, tan grande, sensible y vibrante como siempre. Cuánta envidia nos sigue provocando el patio de nuestros vecinos peninsulares.
Me gusta el Jazz, me gusta el Fado, me gusta Portugal y me gusta mucho este disco.
Delicadeza y Elegancia en cada nota.
¡Sí a todo! 🙂