Sucedieron tantas cosas alucinantes allá por 1985 (y años adyacentes, en particular 1984 y 1986) que solo ahora, ante la profusión de ediciones conmemorativas, quienes los vivimos y recordamos con nitidez empezamos a ser conscientes de las dimensiones de aquella sacudida. Sobre las excelencias incontestables de Brothers in arms se ha hablado en infinidad de ocasiones, superados esos años tontos en que Dire Straits se miraban retrospectivamente con el desdén indulgente de los modernos que tenían a Mark Knopfler por un vulgar virtuoso demodé. Pero asomarnos de nuevo a aquella obra magna y colosal siempre merece la pena, más allá de las nostalgias de cada cual. Y si es con un rutilante concierto íntegro de aquel verano, restaurado de manera primorosa y fascinante de principio a fin, todavía más.

La primera impresión que viene a la cabeza con esta entrega conmemorativa es la de que Knopfler, Illsley y los suyos nos están birlando una parte de la historia, puesto que un trabajo del impacto, trascendencia y excepcionalidad de estos Hermanos de armas bien merecería el consabido disco de tomas alternativas, versiones desechadas o ideas trabajadas y luego orilladas durante aquellos meses mágicos de estancia en AIR, los míticos estudios que George Martin regentó entre 1979 y 1989 en la isla caribeña de Montserrat. Parece claro que el jefe de filas ha considerado que no había material que mereciera la pena desempolvarse en este sentido, pero nosotros, como ávidos husmeadores de todo cuanto rodea a los acontecimientos históricos, nos quedamos con unas ganas clamorosas.

A cambio, tenemos para los discos 2 y 3 de la caja el doble álbum en directo San Antonio Live in 85, un concierto íntegro celebrado el viernes 16 de agosto de 1985 en el auditorio municipal de aquella metrópoli tejana. Cuidado, hablamos de la séptima ciudad más poblada de Estados Unidos, con cerca de un millón y medio de habitantes, y de un edificio de gran valor histórico, arquitectónico y simbólico (el homenaje a los caídos durante la primera guerra mundial), pero con escaso pedigrí en nuestra memoria melómana. No hay registro en vídeo de aquella noche, pero asombra la calidad prístina, abrumadora y emocionante de estas dos horas exactas de música palpitante y en estado de gracia, tanto como para preguntarnos si los Straits no habrían hecho bien en sacarlas a la luz mucho antes, incluso cuando la banda aún se encontraba en activo.

La minuciosa remasterización en Abbey Road apuntala las excelencias de estos 15 cortes que complementan la visión que nos aportan los discos oficiales en directo, el histórico Alchemy (publicado en 1984 a partir del concierto en el Hammersmith Odeon londinense de julio de 1983) y el desdibujado On the night, grabado en distintas ciudades europeas a lo largo de 1992 durante la gira de On every street (1991), sexto elepé de estudio y canto del cisne para los británicos. San Antonio ofrece un momento palpitante y vivísimo en el canon sonoro de Dire Straits, menos crudo que en Alchemy sobre todo porque hablamos de un septeto en el que las segundas guitarras de Jack Sonni apuntalaban los cimientos de la banda y, sobre todo, el saxofonista Chris White gozaba de un papel preponderante, a ratos incluso protagónico. Sus aportaciones a Romeo and Juliet son abrumadoras y la pervivencia en el repertorio de Two young lovers avala la apuesta de Mark Knopfler por este instrumento en la alineación.

Los álbumes en vivo son siempre objeto de disputa entre quienes los adoran, los que los aceptan como mera curiosidad y quienes los repudian como meros fetiches para incondicionales que empalidecen ante la obra en estudio, la única canónica y relevante. En realidad, a todos los grupos de opinión no les falta parte de razón en el veredicto y habrá seguidores de los Straits que no se sientan a priori engatusados por la idea de incorporar una nueva grabación en directo a su estantería. Es un recelo comprensible, pero San Antonio Live in 85 aporta algunos ingredientes maravillosos, por nada evidentes. Por lo pronto, descubrimos que el tema de apertura era Ride across the river, uno de los cortes menos divulgados de Brothers in arms, con su ambientación africana en primer plano. Y el recuento evidencia que seis de los nueve títulos del álbum estaban en el menú, incluido One world, seguramente la pieza menos recordada. Solo se caen de la selección The man’s too strong y, sorpresa, Your latest trick y ¡So far away! Que, no lo olvidemos, había sido el primer sencillo.

Escuchar una composición tan poco familiar como One world en directo es de por sí un elemento atractivo, igual que constatar la precisión con la que el septeto había interiorizado ya los nuevos temas, publicados apenas unos meses antes, o la furia añadida con la que ceban la sensacional Money for nothing. Los 12 minutos de Sultans of swing siempre merecen la pena, y aquí también. Con todo, y puestos a quedarnos con algo, que nadie se pierda la vieja, extraordinaria y casi reinventada Wild west end, con una introducción bellísima y un aire acústico, íntimo y evocador que incrementa por sí solo el valor de este extraordinario concierto.

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