¿Han oído ustedes hablar del hedonismo, más aún si es en versión pospandémica? Son cada vez más los álbumes que evidencian esa necesidad de expansión después de la zozobra y la incertidumbre, pero Alpha zulu parece un tratado magistral a ese respecto. Como un artefacto poderoso y casi perfecto, reconcentrado en diez canciones y 35 minutos, el séptimo trabajo de los parisinos desarrolla una liberadora eclosión musical, un salvoconducto casi ilimitado para el disfrute después de un largo periodo de contrición y restricciones no solo exteriores, sino también anímicas.
El cuarteto francés ha aportado abundantísimos ejemplos ya de su efervescencia sonora, de esa capacidad para las melodías con desparpajo, el pop pirotécnico y los sintetizadores más efusivos del planeta. Todo ello era ya muy evidente a lo largo de una trayectoria que supera las dos décadas, pero, lejos de aplacarse con el desgaste físico o anímico de los años, se multiplica ahora de manera exponencial. Alpha zulu, tema titular y de apertura, es quizá lo más brillante que Thomas Mars y su distinguida compaña han grabado hasta la fecha, un delirio de teclados chirriantes, estrofas onomatopéyicas, ardor bailongo y unas ganas irrefrenables de consagrarse al tarareo.
Sin asomo de intención por reservarse lo mejor de su artillería, la banda prosigue con la irrupción estelar de Ezra Koenig en Tonight. Y sucede lo mejor que puede pasarle a una colaboración: Koenig y Mars se fusionan hasta confundirse, y hasta el resultado global no sabemos bien si atribuírselo más a Phoenix o a los propios Vampire Weekend. Así de vigorosas resultan las sinergias durante todo el trayecto, que incluye otros momentos de synth pop reconcentrado en su carácter adictivo: tanto After midnight como Season 2 o Artefact son pulidísimos diamantes de tres minutos para demostrar lo deslumbrante que puede resultar una canción bien hecha.
Hay otras páginas más dispares, por aquello de ampliar el espectro, como la electrónica casi robótica de All eyes on me, el denso universo planeante de Winter solstice o el plácido acompañamiento programado para My elixir, que puede recordarnos a los tiempos de This is the day, de The The. Y aún queda el plato final de Identical, el tema que el cuarteto había entregado a Sofia Coppola hace un par de temporadas para su película En las rocas y que aquí ofrecen en una versión extendida hasta los cinco minutos. Una enormidad, para los parámetros de Alpha zulu, pero la prueba definitiva de que Mars, D’Arcy, Brancowitz y Mazzalai han querido alardear aquí de una exuberancia y solvencia de la A a la Z.