A Ugia Pedreira aún la recordamos bien de los tiempos sorprendentemente lejanos –cuesta creer que ha transcurrido ya su buen cuarto de siglo– al frente de Chouteira, aquella banda efímera, enraizada, divertida y encantadora en la que supimos de su voz poderosa, pletórica, siempre rica en evocaciones. Después llegarían otros proyectos heterogéneos y sabrosos, en particular Nordestin@s y Marful, pero sorprende caer en la cuenta de que este Segmento cantábrico es, en rigor, su debut como artista en solitario, la más personal de las muchas acepciones y adscripciones artísticas que le conocíamos. Y esta Pedreira genuina, reconcentrada, quintaesencial no defrauda las expectativas. Porque es la de siempre y es mil cosas más. Es a la vez folkie y libérrima, orgánica y sintética, acústica o electrónica. Dulce y bravú. Es cruda y enrabietada. Y tan de verdad como para no precisar de afeites ni vestimentas.

 

La lucense (de Foz, en esa incomparable Mariña cantábrica) ha querido ejercer así de terruñera deidad antigua, tótem de la fertilidad y preservadora de las esencias. Es el eslabón férreo y efímero que nos conecta con los orígenes sin dejar de asentarse en tiempo presente ni de mantener firme y esperanzada la mirada en el porvenir.

 

De su “útero creativo”, en elocuente definición propia, nace una obra apegada a Galicia y territorios afines (Asturias, Bretaña, la lusofonía, algo de Euskadi), pero siempre dispuesta a la digresión, al verso suelto. Parece la confluencia de los espíritus de dos paisanas ilustrísimas, su tocaya Uxía Senlle (Uxía por antonomasia) y la coruñesa Mercedes Peón. Lirismo e ímpetu, todo a la vez. Basta escuchar el tema inaugural, esa especie de manifiesto que es Ser 1 ser mais, para comprender mejor cómo del arrullo acústico al sobresalto tecno no hay más que un sencillo paso.

 

Las enseñanzas de ese Baiuca tan en auge y tan verdadero pueden latir en el contexto. Pero al final, por más que encontremos parentescos y afinidades, lo mejor de A Pedreira es que no deja de ser siempre muy suya. Lírica y un tanto bucólica con En toda a quinta, casi progresiva inmediatamente después con la interesantísima Mares sucados, uno de los mejores y más telúricos arreglos de Pierre-Yves Rouier, pareja y escudero musical de nuestra protagonista.

 

Hay poesía de elevado voltaje emocional e identitario (Rosalía de Castro con tratamiento casi de rave, Curros Enríquez), amagos de recitado o spoken word para Onde está o verso? o Vida aínda, un mano a mano amoroso y con sintetizadores new age para Orgánico é viaxar. Con Ugia es imposible aburrirse, y esa es una de sus mayores virtudes como creadora.

 

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