Uxía y Javier. Ruibal y Senlle. Estos dos grandes amigos y aliados, que se conocían de tiempo atrás pero nunca habían ahondado tanto en la interacción, consiguen enhebrar un juego casi perfecto de dualidades. Rosalía y Federico, el norte y el sur, la voz de la mujer y la del hombre, la poesía decimonónica y la del siglo pasado. Y el gallego hermanándose con el castellano, idiomas que ambos intérpretes abrazan y alternan sin distingos, para afianzar esta bella enseñanza de la hermandad y la abolición de las fronteras.
La pontevedresa y el gaditano han logrado erigir así una alianza hermosa, sincera y humilde en el que ambos intercambian admiraciones recíprocas y las extienden a las voces poéticas más paradigmáticas de Galicia y Andalucía, con el refrendo añadido de que Lorca profesó gran admiración hacia Rosalía e incluso reunió el coraje de familiarizarse lo suficiente con su lengua madre como para escribir aquellos Seis poemas galegos. Hay una intención y una actitud a lo largo del álbum que se traducen musicalmente en un nuevo cancionero de primoroso regusto acústico a frescor mañanero, a una estancia con vistas al mar y el aire renovado. No es casual que la alianza se fraguase en el Naútico de San Vicente (O Grove, Pontevedra), ese club que no es solo escenario, sino más bien un ecosistema para la caricia sonora inspirada.
Ruibal reúne incluso el valor de compartir espacio poético con los dos gigantescos protagonistas escribiendo ese tema central, De tu casa a la mía, que adquiere ya ribetes de clásico en el repertorio nada más escucharlo por vez primera. “No fue la estela del Santo / la que me puso en camino / Fue tu resplandor cercano / que tiraba de mi mano / y me hizo peregrino”, escuchamos nada más posar el disco sobre el lector. Y no, no es fácil subir la apuesta poética, aunque el de El Puerto de Santa María lleve muchos años malacostumbrándonos a la excelencia.
En realidad, en este juego armónico de belleza a dos bandas, solo cabe lamentar que el recuento de autorías poéticas no salga bien equilibrado, con siete canciones a partir de los poemas de Lorca y solo cuatro surgidos del verso de la compostelana. Es el único borrón para un trabajo en el que la mejor Uxía compositora reverdece en las candorosas O corazón na man o Érguete, miña amiga, mientras Ruibal sigue con el listón por las nubes con Ay, Ruada y Ahí va la loca soñando. Qué bendición contar con estas dos voces, juntas y por separado, entrelazadas en el objetivo común de la serena armonía.
Maravilloso disco, donde la fusión entre estos grandes suena tremendamente natural. Y magnífica reseña.
Mil gracias, Jonathan. Y qué bueno leerte por aquí 🙂