El álbum número 13 de Andrew Bird se abre con el violín en pizzicato de Underlands, uno de los rasgos identitarios más característicos en la obra de este hombre. Y en un pasaje de ese mismo corte inicial, el compositor de Illinois aprovecha para silbar una breve melodía, la otra gran singularidad sonora en su producción. Pues bien, pese a esos dos elementos arquetípicos incluidos en el menú nada más comenzar la faena, puede que Inside problems sea el más ecléctico, variado y deslumbrante de los trabajos de Bird, empeñado aquí en saltarse sus propias fronteras y agrandar un territorio que, como compositor, alcanza aquí dimensiones gigantescas.

 

Ahí está el ejemplo de Lone didion, que también recurre al pizzicato pero se escora hacia modales cromáticos cercanos al klezmer judío, aunque desde una luminosidad deslumbrante de puro pop. Fixed positions se aferra –silbiditos aparte– a una tradición de canción de autor nada alejada de los principios con los que Don McLean emocionaba al planeta medio siglo (aunque la coda a varias voces parece un insólito préstamo de los Beach Boys). Y The night before your birthday se salta definitivamente todas las reglas del folk indie para adoptar un aire arrastrado y guitarrero que durante algunos fragmentos remeda de manera evidente a Lou Reed.

 

Son las ventajas de los cerebros preclaros, y nuestro hombre de Lake Forest puede presumir legítimamente del suyo. Aquí consigue lo más difícil, cambiar el paso y sorprender (para bien) después de una ya larga y muy notable sucesión de álbumes. Podría haber perseverado en territorios familiares o podría buscar innovaciones falsamente modernas, pero encuentra una tercera vía mucho más atractiva que cualquiera de estas dos. No renuncia a la melodía traviesa y pegadiza, que siempre se le dio bien y aquí encuentra en Make a picture una reedición absolutamente memorable. Pero es capaz de llegar un paso más allá en la prodigiosa Atomized, que integra un ritmo vivaz, violines y silbidos con un motivo prestado de la Séptima de Beethoven.

 

Haciendo bueno su título, Inside problems sirve como catálogo de tormentos interiores, dudas existenciales, fantasmas descreídos (Faithless ghost) y demás elementos para la flagelación anímica, en abierto contraste con el aire de concienciación política y social que alentaba My finest work yet (2019). Pero los desasosiegos son mucho más llevaderos con una banda ligera, desinhibida, amistosa y amante de grabar en directo, todos a la vez. Ese aire liviano acaba por hacer encantador Inside problems, un disco evanescente hasta en los casi siete minutos de Eight. El cerebro de Bird debe de tener algo de caleidoscópico, pero nunca le había sacado tanto provecho a esa multiplicidad de ángulos.

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