Me fascina Ben Howard desde la primera vez que escuché “Keep your head up”, de “Every kingdom” (2011), y más aún después de que le viera en un concierto íntimo y maravilloso en la Moby Dick, una de esas noches que se prenden en la memoria como un auténtico flechazo. La prolongación, “I forget where we were” (2014), resultaba seductora pero bastante más inexpugnable; tan ensimismada que costaba hincarle el diente, como un misterio difícil de desentrañar con el que llegas a barajar la rendición. No leeremos este tercer elepé en clave de desempate, pero, sí así fuera, Howard se anota una victoria clamorosa. Y nada evidente, cuidado: aquí no hay un gramo de espíritu acomodaticio ni nada que pueda ser confundido con un “single” o con una pieza asimilable en la actual frecuencia modulada. “Noonday…” es un disco absorto que evoca una quietud fascinante, un embrujo de melodías contenidas, electrónica hipnótica y paisajes infinitos, con mucho eco, que merece la pena disfrutar con unos buenos auriculares o, si el vecindario lo permite, a toda pastilla. “Nica Libres at dawn”, el tema de apertura, abre con una melodía de nota repetida, como un obstinato para el trance, y la maravillosa “Towing the line” conduce a un tarareo que no anda muy lejos de “Mona Lisa and xxxx matters” (!), esa favorita de los seguidores más férreos de Elton John. La acústica de Howard es de una economía y emoción encomiables, pero con la fabulosa “Someone in the doorway” llega el estallido eléctrico y el embrujo definitivo. La herencia de Nick Drake queda atrás; ahora los parentescos son más evidentes con David Gray, David Kitt o James Blake. Pero sirven como referencias, no a modo de emulaciones. Como sugiere la portada, este disco es tan vasto que merece la pena echar una temporadita en él.

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