Decir que a Birdy la hemos visto crecer como artista no es frase recurrente sino apelación a la literalidad, si tenemos en cuenta que el primer y homónimo álbum de la muchacha, del que se cumple ahora una década, aconteció cuando ella apenas sumaba 15 añitos. Aquello tuvo mucho mérito y mereció elogios distinguidos y documentados (su primer sencillo consistía en una versión de Bon Iver, nada menos), pero Jasmine van der Bogaerde ha pegado el estirón. Y ha demorado hasta cinco años, una eternidad para una artista joven, la puesta a punto de este cuarto largo. Bien hecho, porque Young heart es, de lejos, la mejor obra de cuantas lucen su nombre en la portada.

 

Son 16 los temas recogidos en la colección (o, si se prefiere, 14 canciones y dos pequeños interludios), pero el material es tan sólido y sabroso que no pondrá a prueba la paciencia de nadie. Ni siquiera la sobreabundancia de baladas resulta redudante, porque Young heart se nutre de un sonido acústico delicioso: el mundo en general y las guitarras en particular deberían sonar con el primor cristalino de New moon. Y con la elegancia de las cuerdas que arropan aquí y allá este repertorio delicadísimo, con la fragilidad y la belleza de una colección de mariposas.

 

Birdy ha crecido, y mucho. Sin duda como autora e intérprete; a buen seguro, por lo que cuenta de sus experiencias viajeras y espirituales, también como persona. Hay mucha introspección aquí, pero no congoja. Quienes quieren ver en Jasmine a una alternativa a Adele no le hacen paradójicamente ningún favor: Birdy está ahora mismo, si caemos en la tentación de las comparaciones, muy por encima. Se atreve incluso con la prueba arriesgada, a veces casi temeraria, de la canción solo a piano y voz. Y sale muy, pero que muy bien parada con la doliente y conmovedora Nobody knows me like you do, aunque el espejo evidente en el que se mira, el de Joni Mitchell, es por definición inalcanzable.

 

El ascendente de Mitchell es manifiesto hasta en los propios títulos, porque tanto River song como Little blue parecen remitir a los tiempos de Blue (1971), el álbum que incluía River o Little green. Hay alguna digresión más etérea que cantautoril, como en el caso de Celestial dancers, pero las raíces de este Young heart están firmemente asentadas en los setenta. ¿O no podría haber escrito Don McLean una pieza como Evergreen, con su aire a Vincent?

 

Perdámonos por este cancionero generoso, porque bien merece la pena. En algún caso particular se acelera un poco el metrónomo, como en Second hand news. Pero hay melodías, como la de Surrender, tan atemporales que invitan a volver siempre sobre ellas.

4 Replies to “Birdy: “Young heart” (2021)”

  1. Son las 5 de la mañana y estoy desvelado trabajando en un servidor… A ver que tiene Fernando para escuchar hoy, abro el email y estaba justo este disco que tan bien encaja en mi noche.

    ¡GRACIAS POR TU TIEMPO!

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