He aquí un disco pequeño en las diferentes acepciones –y todas para bien– del término. Pequeño como le corresponde a El Petit, pero también por su extensión, por esa brevedad desconcertante: ¿cómo van a ventilarse nueve canciones en apenas 22 minutos? Y, sobre todo, por filosofía, a partir de esa maravillosa reivindicación de la cotidianidad, del valor eterno y a la vez irrecuperable de cada momento. Ningún ejemplo tan nítido al respecto como Cada dia surt el sol, título de canción que debería servir casi como leit motiv para la estampación de camisetas, como máxima vital que nos permita comprender el valor de las cosas humildes.

 

En justa correspondencia con el minutaje, estas líneas deberían operar como espejo y finalizar aquí. Pero Joan Pons, el ilerdense detrás de El Petit, nos confió unas palabras elocuentes sobre el estado de ánimo que late en este ya octavo álbum. “¿Cuántos momentos hay dentro del tiempo? ¿Cuántas historias dentro de un instante? Siempre pensamos que estamos viviendo un momento histórico y perdemos de vista la importancia de los momentos, de los instantes. No te fíes de los relojes“. Por eso mismo le restaremos importancia a la fugacidad de N.S.C.A.L.H., jeroglífico en forma de acrónimo que se resuelve en el último corte y que sirve tanto en catalán como en castellano: No sabràs com acabarà la història. Otra píldora reconcentrada para esta filosofía de lo efímero.

 

El castellano se convierte en vehículo de expresión, por primera vez en la historia de la marca, con Las cosas que creo, igual que Non tornerai le brotó en italiano a este ídolo underground con vocación de colarse en nuestra salita de estar. No sabràs es puro orvallo sonoro, música delicada y encantadora, eminentemente pequeña, que acaba demandando escuchas sucesivas y recurrentes sin recurrir al estribillo explosivo. Música en la que los sintetizadores analógicos acaban gozando de más espacio y relevancia que las dos guitarras, solo prevalentes en Non tornerai.

 

Disfrutemos del espectáculo de este sonido vagamente psicodélico, como si en una sesión de los primerísimos Prefab Sprout se hubieran colado interferencias de King Gizzard. El Petit de Cal Eril figurará en las oraciones de quienes ya siguieran a Els Amics de Les Arts, pero en realidad es la respuesta catalana a Sondre Lerche y Mac DeMarco. ¿Cómo no encariñarnos del pequeño Joan?

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