Dan Auerbach seguramente sea un estajanovista de libro, pero no pierde el tiempo en asuntos menores. Su presencia como productor de esta tercera entrega de La Luz constituye un aval para ambas partes: él certifica su pericia también a la hora de apuntalar los talentos ajenos y ellas, una sagacidad radiante que las convierte en una de las grandes apuestas de futuro (y presente) en la Costa Oeste. Estas cuatro chicas tenían ya todo el encanto, conste, pero ahora acreditan aún más. Son rotundas, grasientas, chirriantes, casi chulescas y, en este nuevo álbum, también sofisticadas. El equilibrio tiene mucho de alquimia. La Luz comenzaron como una formación de ‘surf’ oscuro y no han renunciado a esa vocación original, solo que ahora suenan a un tiempo sucias y precisas. Insolentes. Desafiantes. El hechizo es instantáneo, porque esta colección suena tan antigua como nítida. Hay delirantes órganos Farfisa y voces de sirena lisérgica, un poco a la manera de Dengue Fever. Pero con la peculiaridad de que aquí no miramos a Camboya, sino a los años sesenta en la órbita californiana: “California finally” se erige en el mejor ejemplo al respecto. Nadie contaba con un álbum cómodo, pero, sin serlo, “Floating features” se transforma en adictivo. Y, siguiendo las tendencias actuales, sus muy prudentes 35 minutos invitan a insistir en este sabroso picoteo.

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