Nadie como Mark Ronson ha querido, podido y sabido revitalizar la figura del productor clásico, el hombre al frente de los mandos, el cerebro que urde lo que luego otros, de talento más intrínsecamente interpretativo, se encargarán de materializar. Siempre asociaremos su nombre al de Back to black, el disco definitivo (por desgracia, en todas las acepciones) de Amy Winehouse, pero su trayectoria en nombre propio no hace sino sumar momentazos. Y si Uptown funk, en alianza con Bruno Mars, parecía imbatible, todo este quinto disco es una sucesión de candidatas a superar aquella plusmarca. Comenzando por el tema titular, desde luego, de construcción ejemplar y adictiva, con Lykke Li en el papel de princesa titular y un motivo central (“On and on and on”) que corremos el riesgo de seguir canturreando para los restos. Ronson es el Giorgio Moroder para la generación millenial, y en ese sentido también es hábil su decisión de dedicarle monográficamente este álbum a las voces femeninas. Con gargantas muy poderosas embarcadas en la aventura (Alicia Keys, Miley Cyrus, Ilsey, la mencionada Lykke Li por partida doble, gracias al baladón 2 AM), pero tambiéndivas de nueva generación, desde Camila Cabello a King Princess. Y una concesión al indie en el caso de Angel Olsen, una muchacha que por su cuenta se envuelve en un halo anodino y aquí protagoniza la sensacional True blue, que parece una intersección entre Blondie y el Radio ga-gade Queen. Lo mejor en esta exhibición de pop contemporáneo con briznas de dance y r’n’b (o soul, con Diana Gordon en Why hide) es que no aspira a servir como llenapistas circunstancial ni mero combustible para noches desenfrenadas. Late night feelings es un disco refinado y elegantísimo para escuchar en el salón a volumen elevado. Y para que esa escucha, frente a nuestros hábitos urgentes de la vida moderna, se vuelva reiterada.

 

 

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