El don de la infalibilidad no es, a lo que se ve, una prerrogativa exclusiva de los Papas romanos. Este canadiense de apariencia cándida y hogareña que camina por entre la maleza con sombrero y pañuelo anudado al cuello no solo ejerce como soberbio poeta de lo cotidiano, sino que tiene fuerzas, a la altura de su álbum número 17, de seguir entregando un material sencillamente adorable. Una vez más.

 

Lleva algunos discos Ronald Eldon Sexsmith amagando con la retirada discreta, insinuando que son muchas decenas las canciones que se le agolpan en la mochila y que quizá ya no tenga demasiado sentido anotar nuevas páginas de una orfebrería delicada, preciosista y soñadora que quizá algunos oyentes encuentren anacrónica, porque pertenece a una escuela, la de la Gran Canción, que tiende a ser orillada frente a las exhibiciones sónicas deslumbrantes de las nuevas tendencias. Pero hay más amor, ternura, emoción, sabiduría y encanto en cualquiera de estas 12 píldoras de belleza reconcentrada en tres minutos que en muchos álbumes ricos en ínfulas y famélicos en sustancia.

 

Ese temor al salto generacional se explicita con Outdated and antiquated, confesión sin ambages sobre la certeza de “pertenecer al pasado cuando el futuro es incierto”. La canción, por supuesto, es prodigiosa, con esa capacidad de Ron para melodías sencillas y certeras que se erigen también en motivos instrumentales. Pero todos sabemos que, ante exhibiciones así, el firmante no se convierte en avejentado sino atemporal. Igual que en Flower boxes o Powder blue, tan radiantes en su profunda melancolía. O en A barn conversation, que es lo más cercano que ha estado el canadiense en estos 17 discos de que le confundamos con otro ilustrísimo de la canción, sir Ray Davies.

 

El tierno abrazo del soul blanco aporta calor a This, that, and the other thing, que podría reformular cualquier preboste desde la escuela de Filadelfia con resultados presumiblemente demoledores. Son las cosas de trabajar con el productor Brad Jones, nada menos, que adorna sin aspavientos las partituras originales, las subraya con cuerdas mesuradas y vientos sutiles. Y luego nos queda aún la faceta de Sexsmith como eterno poeta del amor, con un par de monumentos tan colosales aquí como Place called love o When our love was new. No hay manera de ser tan sensible sin resbalarse por las pendientes de la cursilería. Solo Ronald Eldon atesora la fórmula: escuchen atentamente los aprendices de cancionistas y tomen buena nota.

One Reply to “Ron Sexsmith: “The vivian line” (2023)”

  1. Ron sexsmith es un genio, el primer álbum que escuche fue blue boy. Desde entonces espero con ansiedad cada nuevo disco y disfruto con placer todos los anteriores, que por supuesto poseo.
    No sé porque, pero la canción que más me gusta suya es feel for you.
    Su álbum One last round, que es magnífico, no se puede escuchar en Spotify.
    Tú que sabes tanto, quizá puedas explicarlo.
    Es una pena que casi nadie le conozca, aunque viendo la lista de súper ventas actual, tampoco hace falta.
    Gracia por tus sabias recomendaciones.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *