Ahora resulta hasta simpático recordarlo, pero en su momento la constitución de The Style Council propició más de un soponcio. Paul Weller era un veinteañero con el depósito de gasolina creativa a rebosar, y había logrado desde chiquillo sentar cátedra con los seminales The Jam, banda enérgica, de chispazo urgente, himnos pegadizos y trayectoria muy profusa para los pocos años que aquella Mermelada permaneció en la tostada. Por eso la puesta de largo de este Consejo del Estilo (qué nombre tan chulo, carajo) sumió a no pocos en el desconsuelo. ¿Qué hacía un líder juvenil inmerso en una aventura de soul y pop con ínfulas, urdida junto a un semidesconocido teclista de Hammond, Mick Talbot, y con ocasionales pretensiones jazzísticas? ¿No era aquello un tránsito precoz y prematuro hacia la aburrida vida adulta?
Para muchos seguidores fue una transición dramática, y alguno queda por ahí que aún no se lo ha perdonado. Sin embargo, es casi seguro que nunca Weller ha sido tan valiente a lo largo de su muy prolija trayectoria, durante la que rara vez ha llegado a escribir música tan asombrosamente duradera con esta.
Preferimos hablar de tercer elepé de los Council, porque Introducing… (1983) era demasiado relevante como para reducirlo a la categoría de EP, mientras que Cafe bleu (1984) ya era una constatación gloriosa. Pero los 14 títulos de esta generosa entrega definitiva de los Council asombran, tanto tiempo después, por vigor y vigencia. A veces, no pocas, se metían en política, por lo que sus bestias negras de entonces han quedado desactualizadas. Pero la denuncia contra la derecha rancia y atiborrada de naftalina tiene, por desgracia, vigencia infinita. Como muchas de las músicas aquí reflejadas.
El tándem se proclamaba socialista, abstemio, vegetariano, amante del café y del sello Blue Note, y llegaba mucho más lejos de lo que habían sido capaces poco antes los ya de por sí espléndidos Dexy’s Midnight Runners. Paul era más ideólogo que líder, en términos de rock clásico: incluso la fabulosa apertura, la negroide Homebreakers, era una proclama contra Thatcher conducida por la voz ultrabritánica de Talbot. A su lado, Weller sonreía desde una perspectiva insólita en todo su historial: la de escudero.
El tándem acababa de incorporar a un sensacional batería adolescente, Steve White, mientras que la voz de Dee C Lee, que había sido corista con Wham!, impregnaba todo de soul y legitimidad. Y así nacieron The lodgers, la instantánea All gone away, el soul redomado de With everything to lose, la andanada de Internationalists (¡más política!) o ese himno progre a ritmo de northern soul titulado Walls come tumbling down. Gracias, Paul: todo aquello fue maravilloso.
Yo llegué un poco tarde a Paul Weller, así que este fue mi primer encuentro con él y qué recuerdos más maravillosos me trae. 🙂
Después, por supuesto, también me empapé de The Jam, pero los Style fueron los primeros en mi memoria musical.
¡Gracias por compartir esos recuerdos, Pedro!