¡Ay, cuántas alegrías encierran tantas veces los discos de intenciones y dimensiones modestas! Haiku love es una obra pequeña desde todas las perspectivas: por su extensión humilde (ocho canciones, algo menos de media hora), por instrumentación, por su absoluta carencia de ínfulas, por la propia apelación a lo mínimo que encierra su título. Pero el debut de esta cantautora no tan novel como sobrevenida, una mujer que iba escribiendo canciones de manera furtiva, como sin querer proponérselo del todo, supone un acercamiento encantador a la canción de autor nada sujeta a fronteras ni penínsulas. Y a ese pop de vocación acústica que acaba apoderándose de la estancia como si de un arrullo se tratara.

 

Todo ello se sustancia en New song, denominación también pudorosa para abrir el trabajo y dejar meridianamente claro que lo de Tracy Sirés Neal no es accidente ni casualidad, que habremos de buscar algún nuevo hueco en la memoria para anotar este largo nombre de padre catalán y madre londinense. Ahí confluyen la exquisita guitarra arpegiada de Guillem Callejón con un cuarteto de cuerdas que nos ubica en un hermoso universo de contemplación y búsqueda. La de esa “nueva manera de vivir y de ser” que propugna su autora tras constatar cómo, a tenor de las noticias, “todo parece ir mal”.

 

La elegancia camerística se traslada a The universe, el segundo corte, aunque en este caso desde una perspectiva mucho más luminosa y juguetona, con los pizzicatos sirviendo como acelerador para el metrónomo y esa cosmogonía expectante de quien constata que el universo “está jugando a las cartas con nosotros”. Todo encaja en su belleza exenta de grandilocuencia, en la misma sencillez de unos mensajes que evitan ser rebuscados pero no incurren en la obviedad. Y en la voz de Sirés Neal, a veces no muy lejana de aquella con la que Basia tanto nos complacía cuando formaba parte de Matt Bianco

 

El pizzicato que marca la pauta en el tema titular puede revelar el apego de Tracy por ese mago contemporáneo llamado Andrew Bird. Y en ese juego de los parentescos nos atreveremos a anotar otros dos: la sombra encantadora de The Roches para Don’t give up now y, sobre todo, el pop elegantón y algo sintetizado de Swing Out Sister detrás de I know you can. Sirés Neal siempre se había dedicado hasta ahora a la gestión cultural y ejerce ahora mismo como directora del Teatro Auditorio de Granollers, su ciudad natal, pero es muy importante que siga encontrando momentos para garabatear nuevos cuadernos de canciones.

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