Al final resulta que la verdadera joya de la familia Corr era la mujer serena, hermosa y discreta que acariciaba tímidamente las cuerdas de su violín desde un extremo del escenario. Todas las miradas tendían a fijarse en Andrea, voz principal y epicentro de todas las imágenes, o en Jim, hermano mayor, único varón y el que, de lejos, cargaba con mayor peso a la hora de rubricar el material propio. Incluso en Caroline, por aquello de que un cuarto de siglo atrás aún resultaba francamente inusual e insólito que una muchacha empuñase las baquetas detrás de la batería. Pero el salto cualitativo de Sharon Corr a la hora de afrontar este tercer álbum en solitario es lo bastante colosal como para hablar de un punto y aparte. Acabará habiendo un nuevo disco de The Corrs, lo más probable, y volveremos a sonreír ante la reedición de la prístina alianza fraternal, pero The fool & the scorpion demuestra que Sharon ya no necesita a nadie para disponer de una voz singular y desarrollar un discurso propio al que no podemos permanecer ajenos.

 

A todo esto, este tercer LP de la mayor de las hermanas llega envuelto en una inesperada polvareda. El álbum nace de una traumática ruptura sentimental que ha trascendido en el papel cuché al descubrirse que su exmarido y padre de sus dos hijos es la actual pareja de la hermana de la reina Letizia, con la que también espera ahora un bebé. Esta relevancia social resulta algo perturbadora, puesto que nada cambia a efectos artísticos en función de lo ilustres que sean las nuevas parejas de un ex. La letra del tema central es demoledora (ejemplo entre otros muchos: “Ahora tu corazón es despreciable y tu alma recibió una paliza”), y los sentimientos de despecho y desarraigo se prolongan a renglón seguido con la más acelerada Freefall. Pero toda la escritura ha pegado un estirón, como si las miserias del desamor hubiesen acelerado un proceso de maduración definitivo.

 

Ya no depende nuestra irlandesa afincada en Madrid del aderezo celta, esa capa sutil de sal y pimienta folkie que se convirtió en el ingrediente más representativo para el sonido de The Corrs y que aquí, sin mayores contemplaciones, se ha evaporado. La producción recae en el ilustrísimo Larry Klein, productor de su expareja Joni Mitchell y de todo el jazz más refinado de la Costa Oeste. Y es a las grandes damas del pop jazzístico, en particular a Madeleine Peyroux o Melody Gardot (las dos, no en vano, entre las protegidas de Klein), hacia donde apuntan las aspiraciones de Sharon. Y sus evidentes logros.

 

Una vez que se disipen el morbo y el cuchicheo, quedarán los ecos de nuestra adorada Joni en My beautiful, que parece escrita con el disco Court & spark (1974) sonando en bucle en el salón. O, todavía mejor, el traqueteo de las escobillas en la excelente Running on rooftops. O la grave y dolorosa Tease me, en contraste con el encanto polirrítmico de Under a daylight moon. Aquí había mucho que contar y de lo que disfrutar, más allá de los intereses de la prensa rosa.

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