Alguna vez se reconocerá el mérito de estos guerrilleros de la transmisión oral, guardianes de la voz y la tonada sin los cuales habríamos perdido para siempre docenas de melodías y coplillas que nuestros tatarabuelos nos legaron por vía directa, sin papeles de por medio y mucho antes de que el fonógrafo fuera un mágico prodigio tecnológico. Aljibe es una formación numerosa –siete hombres, una mujer-, docta, cualificada y con más de tres décadas de servicio a la música folclórica y la memoria intergeneracional, méritos que no parecen suficientes, en la muy cosmopolita Comunidad de Madrid, para darse a conocer más allá de en reducidos círculos de estrafalarios amantes de lo rural (en castellano moderno: friquis). Da igual. Desde ese Aranjuez que les sigue brindando inspiración y cobijo, contraatacan con un libro-cd de presentación sencillamente ejemplar y contenidos no ya ricos, sino por momentos apabullantes. La idea, bien ingeniosa, consiste en recorrer el curso del Tajo a través de la música popular, desde Albarracín a La Mancha, Madrid, Castilla y Extremadura hasta adentrarnos por tierras portuguesas. Seguramente sea un error abrir y cerrar el álbum con sendos recitados poéticos (Góngora y Garcilaso) que quizá ayuden a contextualizar una presentación teatral, pero más bien estorban en el soporte discográfico. Pero las doce piezas musicales son no solo frescas, sino refrescantes; implican una labor de investigación y búsqueda encomiable, preservan la esencia de los ancestros sin sonar acartonadas, sino razonablemente actuales. Y sin recurrir a trucos eléctricos, electrónicos o estruendosos como método para esa puesta al día. La documentación es abrumadora y los encantos, múltiples. El resultado, además de artístico, también necesario. Ojalá cundiera el ejemplo de los “eliseosparras” y los “aljibes” en este país.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *