De Aurora García siempre nos ha asombrado su impactante torrente de voz, tan arrollador y volcánico, aunque algunos pasos iniciales de sus Betrayers parecieron un poco más titubeantes: quizá hubiera algo de ejercicio de estilo más que el desarrollo de un lenguaje propio. Esa sensación se disipa con este tercer álbum, más serio, crudo y desafiante que nunca: un sonoro y orgulloso puñetazo en la mesa, una mirada corajuda, sabrosa y muy afilada.

 

Es imposible no acordarse de la divina Amy Winehouse con el tema inaugural, There will come a time, que casi puede entenderse en clave de homenaje. Pero, en general, los ingredientes más soul quedan esta vez relegados (apenas hay metales en todo el álbum, salvo en Time machine) para dar preponderancia al rock sureño, a veces a un paso mismo del rock duro. Por decirlo gráficamente, pensemos esta vez más en The Black Crowes y Led Zeppelin que en el muelle de la bahía de Otis.

 

Para la colaboración de Carlos Tarque (junto a Julián Maeso y Carlos Raya) se reserva el corte más rotundo e incandescente, el espléndido Don’t waste more time, mientras que I’m done funciona como buen sencillo y Spiders cambia el paso y se adentra por territorios poco trillados. Eso es lo mejor, sí: la impredecibilidad de un disco valiente y sustancioso, tan negroide como a ratos melenudo o psicodélico, poco sujeto a clichés y categorías. Ocho títulos, en suma, intensos y muy bien aprovechados.

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